El Dios supremo hizo personalmente ropa para Adán y Eva. Aquí sentimos que Dios no es un Dios vago o misterioso, sino un Dios humilde y amoroso. Al igual que la preocupación de nuestros padres por nosotros, Dios se ocupó de las necesidades básicas de Adán y Eva, se preocupó por ellos y asumió la responsabilidad por ellos.