La hermana Anna: “El Señor Jesús dijo: ‘Entonces, si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, ó allí, no creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun á los escogidos’ (Mateo 24:23-24).
El libro de Apocalipsis dice: "Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios... He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos" (Apocalipsis 21:2-3). Dios Todopoderoso dice: "Mi reino abiertamente aparece en la tierra. Los reinos terrenales se han vuelto el reino de Mi Dios. …
El libro de Apocalipsis dice: "Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios... He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos" (Apocalipsis 21:2-3). Dios Todopoderoso dice: "Mi reino abiertamente aparece en la tierra. Los reinos terrenales se han vuelto el reino de Mi Dios. …
Hace dos mil años, el Señor Jesús prometió a Sus seguidores: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros"
Por miles de años, los que creen en Dios han pensado que el nombre de Dios nunca cambia. Pero Dios se llamó Jehová en la Era de la Ley y llegó a la Era de la Gracia, Su nombre es Jesús. Además, en el Libro de Apocalipsis profetiza que Dios tendrá otro nombre nuevo en los últimos días, y dice: "[…] escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo" (Apocalipsis 3:12).
Algunas personas piensan que han creído en el Señor Jesús, es que han entrado por la puerta estrecha, por el contrario, aquellos incrédulos en el mundo mundano han entrado por la puerta ancha. Si recordamos el momento en que el Señor Jesús dijo estas palabras, no fueron dirigidas a esos incrédulos.