Primero, debemos orar en espíritu, orar sinceramente y decir cosas verdaderas que provengan de nuestros corazones.
Segundo, debemos estar en el lugar de un ser creado y no tener exigencias para Dios; cebemos orar con un corazón que se someta a Dios.
Tercero, si nuestra iglesia no tiene la obra del Espíritu Santo debemos tener oraciones de búsqueda.
Sabemos que Jesucristo fue clavado en la cruz como la ofrenda por el pecado eterno. Terminó la Era de la Ley que la humanidad necesitaba para dar sacrificios a causa de sus pecados. El trabajo de Jesucristo trajo nuevas esperanzas a aquellas personas que todavía guardaban la ley. Jesús dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14: 6).