Puras y honestas como niños, inocentes y alegres, llenas de vitalidad juvenil,
son como ángeles que vienen a este mundo.
Sin mentiras ni engaños; viven dignamente con un corazón abierto y honesto.
Entregan su corazón a Dios, Él confía en ellas, son las personas honestas que ama Dios.
Todos los que aman la verdad tienen un corazón honesto.