No fue por nada que el Señor Jesús alabó a Pedro y le dio las llaves del reino de los cielos. Jesús tenía afinidad con la humanidad y el calibre de Pedro y con su corazón de amor por la verdad y por el Señor. Él sabía que Pedro era más merecedor de Su comisión y de Su confianza, por lo cual Él le confió la gran responsabilidad de pastorear Su rebaño.