Primero, no verifiquemos cada afirmación, sino miremos cómo obra el Espíritu Santo. Comparemos con la verdad para ver si la senda que transitamos está en sintonía con la obra del Espíritu Santo, y usemos Su obra para comprobar si ese camino es correcto. En cuanto a si esta o aquella afirmación ha llegado a acontecer, nosotros, los humanos, no deberíamos inmiscuirnos. Es mejor que, en su lugar, hablemos de la obra del Espíritu Santo y de la obra más reciente que Dios está realizando ahora.