Al mencionar "nacer de nuevo", creo que todos los hermanos y hermanas en el Señor lo saben y pueden pensar en el intercambio entre el Señor Jesús y Nicodemo registrado en la Biblia: "Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo?
El Señor se ha aparecido en los últimos días y ha manifestado palabras para realizar la obra de juicio, que comienza por la casa de Dios. Esto cumple plenamente las profecías bíblicas: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios;" (1 Pedro 4:17). Sólo las vírgenes prudentes pueden oír la voz del Señor y lo reciben.
Estas son las palabras de Jesucristo que expuso y juzgó a los principales sacerdotes, escribas y fariseos de la comunidad religiosa judía en la Era de la Gracia. Los fariseos viajaron por el mar y la tierra para seducir a la gente de prosélitos y luego la gente fue engañada y controlada por ellos.
Al leer este versículo, pensé en los fariseos, que parecían devotos, haciendo alarde de decir largas oraciones en una encrucijada o en la puerta de la sinagoga. Sin embargo, cuando el Señor Jesús vino a hacer su obra, hicieron todo lo posible para oponerse y condenarlo, clavaron a Jesús inocente en la cruz por el bien de su propio estado y sustento. Finalmente, fueron maldecidos por Dios.
Debemos hacer todo lo posible para practicar el camino de Jesucristo. Jesucristo dijo: «No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 7:21). De esto podemos ver que el único requisito previo para entrar en el reino de los cielos es hacer la voluntad del Padre celestial.
Hoy en día, rara vez reflexionamos sobre nuestras propias acciones cuando nos quejamos de que es aún más difícil interactuar con los demás. Cuando toca nuestros propios intereses, no amamos a los demás. No hay excepción en la interacción entre colegas, amigos o incluso una pareja. Cuando no tenemos amor o tolerancia hacia los demás, lo que hacemos no puede beneficiar a otros ni a nosotros mismos.