Cualquiera que no entienda el propósito de la obra de Dios es alguien que está contra Él, y alguien que ha llegado a entender el propósito de la misma pero que todavía no busca satisfacer a Dios se considera aún más un oponente de Dios. Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios.
Hoy, cuando buscáis amar y conocer a Dios, en un aspecto debéis soportar dificultad y refinamiento, y en otro, debéis pagar un precio. Ninguna lección es más profunda que la de amar a Dios, y puede decirse que la lección que las personas aprenden de una vida de creencia es cómo amarlo. Es decir, si crees en Dios debes amarlo.
El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, […]” (Juan 16:12-13).
El Apocalipsis profetiza: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda” (Apocalipsis 2:11).
La fe en Dios requiere de una vida espiritual normal, que es la base para experimentar las palabras de Dios y entrar en la realidad. ¿Equivale a una “vida espiritual normal” toda vuestra práctica actual de oraciones, acercarse a Dios, cantar himnos, alabanzas, meditación, y de reflexionar sobre las palabras de Dios? Ninguno de vosotros parece saberlo.
Retener las palabras de Dios y poder explicarlas sin temor no significa que poseas la realidad; las cosas no son tan simples como te las imaginas. Tener la realidad no se basa en lo que dices, sino en lo que vives. Solo cuando las palabras de Dios se convierten en tu vida y en tu expresión natural, se puede decir que tienes la realidad, y solo entonces puede contarse como haber recibido el verdadero conocimiento y la estatura real.
A continuación, vamos a hablar juntos de este tema. La Biblia dice: “[…] la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35).
Con certeza sabe usted que el Señor Jesús nos advirtió hace 2.000 años que falsos Cristos emergerían cuando Él viniera en los últimos días, pero ¿sabe cómo distinguirlos? De hecho, si leemos de cerca la Palabra del Señor, podemos descubrir que el Señor ya nos dijo la característica de los falsos Cristos.
Ahora estamos en el final de los últimos días, y el Señor ya ha venido en secreto. Al escuchar esta noticia, tal vez diría sorprendido: “¿El Señor ha vuelto? ¿Por qué aún no lo he recibido? ¿No debería el Señor aparecerse a nosotros cabalgando sobre una nube blanca del cielo?”.
Al escuchar la noticia del regreso del Señor, algunas personas no dan importancia a la búsqueda e investigación, sino que toman la guardia de los falsos Cristos y los falsos profetas como un gran asunto, pensando que todo lo que predica el regreso del Señor es falso. Pero, ¿realmente concuerda este punto de vista con la voluntad del Señor?
Hoy en día, los desastres son cada vez más graves, y las profecías de la venida del Señor se han cumplido. ¿Ha prestado atención usted, el que cree sinceramente en el Señor, a esta pregunta? ¿Cómo podemos recibir al Señor cuando regrese? Busquemos la respuesta a partir de las palabras de Dios.