Artículo · 17. octubre 2020
Tengo 50 años y desde temprana edad viví en una pobre aldea de montaña, una aldea muy remota y atrasada. Había ocho personas en mi familia: mis abuelos maternos en primer lugar, cuatro hermanos y hermanas, y una sola persona, mi padre, ganando un salario en el equipo de producción. Mi familia era tan pobre, que ni siquiera teníamos suficiente polenta ni pan de maíz para comer.