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Evangelio de hoy - ¿Por qué se dice que las dos encarnaciones de Dios completan el significado de la encarnación?

¿Por qué se dice que las dos encarnaciones de Dios completan el significado de la encarnación?

Palabras relevantes de Dios:
La primera encarnación fue para redimir al hombre del pecado por medio de la carne de Jesús, esto es, Él salvó al hombre desde la cruz, pero el carácter satánico corrupto permaneció en el ser humano. La segunda encarnación ya no es para que sirva de ofrenda por el pecado, sino para salvar por completo a los que fueron redimidos del pecado. Esto se hace de tal forma que los perdonados pueden ser librados de sus pecados, ser purificados completamente, y alcanzar un cambio de carácter, liberándose así de la influencia de las tinieblas de Satanás y regresando delante del trono de Dios. Solo así puede el hombre santificarse plenamente. Dios comenzó la obra de salvación en la Era de la Gracia, después de que la Era de la Ley llegara a su fin. Hasta los últimos días, cuando Dios haya purificado totalmente a la humanidad, mediante la obra de juicio y castigo del hombre por la rebeldía, que Dios concluirá Su obra de salvación y entrará en el reposo. Por tanto, en las tres etapas de la obra, Dios solo se hizo carne dos veces para llevar a cabo Su obra por sí mismo entre los hombres. Esto se debe a que solo una de las tres etapas de la obra consiste en guiar al hombre en su vida, mientras las otras dos son la obra de salvación. Solo si Dios se hace carne puede vivir junto al hombre, experimentar el sufrimiento del mundo, y vivir en una carne ordinaria. Solo de esta forma puede proveer al hombre de Su creación con la palabra práctica que necesita. El hombre recibe la salvación total de Dios gracias al Dios encarnado, no directamente de sus oraciones al cielo. Porque el hombre es carnal; el hombre es incapaz de ver al Espíritu de Dios y mucho menos de acercarse a Él. Todo aquello con lo que el hombre puede relacionarse es la carne encarnada de Dios; solo a través de Él puede el hombre entender todas las palabras y todas las verdades, y recibir la salvación plena. La segunda encarnación es suficiente para librarse de los pecados del hombre y purificarlo plenamente. Así pues, la segunda encarnación pondrá fin a toda la obra de Dios en la carne y completará el sentido de la encarnación de Dios.

de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando Jesús estaba haciendo Su obra, el conocimiento que el hombre tenía de Él seguía siendo vago y poco claro. Siempre creyó que Él era el descendiente de David y proclamó que era un gran profeta y el Señor benevolente que redimió los pecados del hombre. Algunos, basándose en la fe, fueron curados simplemente tocando el borde de Sus vestiduras; los ciegos podían ver e incluso los muertos ser restaurados a la vida. Sin embargo, el hombre no podía descubrir el carácter satánico corrupto profundamente arraigado en él ni sabía cómo desecharlo. El hombre recibió mucha gracia, como la paz y la felicidad de la carne, la bendición de toda la familia sobre la fe de uno, la curación de las enfermedades, etc. El resto era las buenas obras del hombre y su apariencia piadosa; si este podía vivir en base a eso, se le consideraba un buen creyente. Solo tales creyentes podrían entrar en el cielo tras la muerte, lo que significa que fueron salvos. Pero durante su vida, no entendieron en absoluto el camino de la vida. Simplemente cometían pecados y después confesaban, en un ciclo continuo sin camino alguno hacia un carácter cambiado; así era la condición del hombre en la Era de la Gracia. ¿Ha recibido el hombre la salvación completa? ¡No! Por tanto, después de completar esta etapa, aún queda la obra de juicio y castigo. Esta etapa hace al hombre puro por medio de la palabra al darle una senda que seguir. La misma no sería fructífera ni tendría sentido si continuase con la expulsión de demonios, porque la naturaleza pecaminosa del hombre no sería desechada y el hombre solo se detendría tras el perdón de los pecados. A través de la ofrenda por el pecado, estos se le han perdonado al hombre, porque la obra de la crucifixión ya ha llegado a su fin y Dios ha vencido a Satanás. Pero el carácter corrupto del hombre sigue en él y este puede seguir pecando y resistiendo a Dios; Dios no ha ganado a la humanidad. Esa es la razón por la que en esta etapa de la obra Dios usa la palabra para revelar el carácter corrupto del hombre y pide a este que practique de acuerdo con el camino adecuado. Esta etapa es más significativa que la anterior y también más fructífera, porque ahora la palabra es la que provee directamente vida al hombre y permite que su carácter sea completamente renovado; es una etapa de obra más concienzuda. Así pues, la encarnación en los últimos días ha completado el sentido de la encarnación de Dios y ha terminado por completo el plan de gestión de Dios para la salvación del hombre.

de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

El sentido de la encarnación es que un hombre ordinario y normal lleva a cabo la obra de Dios mismo; esto es, que Dios desarrolla Su obra divina en humanidad y vence de este modo a Satanás. La encarnación significa que el Espíritu de Dios se hace carne, esto es, Dios se hace carne; la obra que Él hace en la carne es la obra del Espíritu, que se materializa en la carne y es expresada por esta. Nadie, excepto la carne de Dios, puede cumplir el ministerio del Dios encarnado; es decir, solo la carne encarnada de Dios, esta humanidad normal —y nadie más— puede expresar la obra divina… Que poseyera una humanidad normal demuestra que era Dios encarnado en la carne; que pasase por un proceso de crecimiento humano normal demuestra que era una carne normal; y además, Su obra es prueba suficiente de que Él era la Palabra de Dios, Su Espíritu, hecho carne. Dios se hace carne por las necesidades de la obra; en otras palabras, esta etapa de la misma debe hacerse en la carne, en una humanidad normal. Este es el requisito previo para que “la Palabra se haga carne”, para que “la Palabra aparezca en la carne”, y es la verdadera historia subyacente a las dos encarnaciones de Dios.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cualesquiera que sean la era o el lugar en los que Dios se encarne, los principios para Su obra en la carne siguen sin cambiar. Él no puede hacerse carne, sino trascenderla para obrar; además, no puede hacerse carne y no obrar dentro de la humanidad normal de esta. De lo contrario, el sentido de la encarnación de Dios se reduciría a la nada, y la Palabra hecho carne no significaría absolutamente nada. Además, solo el Padre en el cielo (el Espíritu) sabe de la encarnación de Dios; nadie más, ni siquiera la propia carne ni los mensajeros del cielo. Así, la obra de Dios en la carne es aún más normal y más capaz de demostrar que el Verbo se hace carne, la Palabra se hace carne en realidad; la carne es un hombre normal y ordinario.

de ‘El misterio de la encarnación (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”

El primer Dios encarnado no completó la obra de la encarnación, sino solo el primer paso de la obra que Dios debía hacer en la carne. Así pues, con el fin de terminar la obra de la encarnación, Dios ha regresado en la carne una vez más, y vive toda la normalidad y la realidad de la carne, es decir, manifiesta la Palabra de Dios en una carne totalmente normal y ordinaria, concluyendo de esta forma la obra que Él dejó sin hacer en la carne. La segunda carne encarnada es esencialmente parecida a la primera, pero es incluso más real, incluso más normal que la primera. Como consecuencia, el sufrimiento que la segunda carne encarnada soporta es mayor que el de la primera, pero este es una consecuencia de Su ministerio en la carne, que es diferente del sufrimiento del hombre corrupto. También brota de la normalidad y de la realidad de Su carne. Como Él desarrolla Su ministerio en una carne totalmente normal y real, esta debe soportar muchas dificultades. Cuanto más normal y real sea esta, más sufrirá Él en el desempeño de Su ministerio. Dios obra en una carne muy común, una que no es en absoluto sobrenatural. Como Su carne es normal y también debe cargar con la obra de salvar al hombre, sufre en mayor medida que una carne sobrenatural; todo este sufrimiento brota de la realidad y de la normalidad de Su carne. De los sufrimientos por los que han pasado las dos carnes encarnadas durante el desarrollo de Sus ministerios, se puede ver la esencia de la carne encarnada. Cuanto más normal sea la carne, más dificultad debe soportar al emprender la obra; cuanto más real es la carne que emprende la obra, más duras son las ideas que se hacen las personas, y es probable que puedan sobrevenirle más peligros. Además, cuanto más real sea la carne, y más posea las necesidades y el sentido completo de un ser humano normal, más capaz será de asumir la obra de Dios en la carne. La carne de Jesús fue clavada en la cruz, Su carne que Él entregó como ofrenda por el pecado; por medio de una carne con humanidad normal Él derrotó a Satanás y salvó totalmente al hombre desde la cruz. Y como carne completa, el segundo Dios encarnado desarrolla la obra de conquista y derrota a Satanás. Solo una carne completamente normal y real puede desempeñar la obra de conquista en su totalidad y dar un testimonio convincente. Es decir, la obra de[a] conquistar al hombre se hace efectiva por medio de la realidad y la normalidad de Dios en la carne, no a través de milagros y revelaciones sobrenaturales. El ministerio de este Dios encarnado consiste en hablar, conquistar y perfeccionar al hombre de este modo; en otras palabras, la obra del Espíritu realizada en la carne, la obligación de la carne, es hablar y de este modo conquistar, revelar, perfeccionar, y eliminar por completo al hombre. Por tanto, la obra de Dios en la carne se cumplirá en su totalidad en esta obra de conquista. La obra redentora inicial fue solo el comienzo de la obra de encarnación; la carne que realiza la obra de conquista completará toda la obra de encarnación. En cuanto al género, uno es varón y la otra es mujer; en esto se ha completado el sentido de la encarnación de Dios. Disipa las confusiones del hombre sobre Él: Dios puede hacerse tanto varón como mujer, y el Dios encarnado carece esencialmente de género. Dios hizo tanto al hombre como a la mujer, y no diferencia entre los géneros. En esta etapa de la obra Dios no lleva a cabo señales y maravillas, de forma que la obra logrará sus resultados por medio de las palabras. Además, en esta ocasión la obra de Dios encarnado no es sanar a los enfermos y echar fuera demonios, sino conquistar al hombre hablando, es decir, la capacidad natural de esta carne encarnada de Dios es hablar palabras y conquistar al hombre, no sanar a los enfermos y echar fuera demonios. Su obra en humanidad normal no es realizar milagros, ni sanar a los enfermos y echar fuera demonios, sino hablar, y por eso la segunda carne encarnada parece a las personas más normal que la primera. Las personas ven que esa encarnación de Dios no es una mentira; pero este Dios encarnado es diferente del Jesús encarnado, y aunque ambos son Dios encarnado, no son completamente iguales. Jesús poseía una humanidad normal, ordinaria, pero estuvo acompañado por muchas señales y maravillas. En este Dios encarnado, los ojos humanos no verán señales o maravillas, ni curación de enfermos o expulsión de demonios, ni que ande sobre el mar o ayune durante cuarenta días... Él no hace la misma obra que Jesús hizo, no porque Su carne sea esencialmente diferente a la de Jesús, sino porque no es Su ministerio sanar a los enfermos y echar fuera demonios. No echa abajo Su propia obra, ni la interrumpe. Como conquista al hombre a través de Sus palabras reales, no hay necesidad de someterlo con milagros, y por tanto esta etapa es completar la obra de la encarnación. El Dios encarnado que ves hoy es completamente una carne, y no hay nada sobrenatural en Él. Enferma como los demás, necesita comida y ropa como los demás, al ser completamente una carne. Si en este momento, Dios encarnado llevara a cabo señales y maravillas sobrenaturales, si sanara a los enfermos, echara fuera demonios, o pudiera matar con una palabra, ¿cómo se realizaría la obra de conquista? ¿Cómo se difundiría la obra entre las naciones gentiles? Sanar a los enfermos y echar fuera demonios era la obra de la Era de la Gracia, el primer paso en la obra redentora, y ahora que Dios ha salvado al hombre de la cruz, ha dejado de hacer esa obra. Si en los últimos días apareciera un “Dios” igual a Jesús, uno que sanara a los enfermos, echara fuera demonios, y fuera crucificado por el hombre, aunque idéntico a la descripción de Dios en la Biblia y fácil de aceptar para el hombre, ese “Dios” no sería, en su esencia, la carne vestida por el Espíritu de Dios, sino por uno maligno. Y es que el principio de la obra de Dios es no repetir nunca lo que Él ya ha completado. Así pues, la obra de la segunda encarnación es diferente que la de la primera. En los últimos días, Dios lleva a cabo la obra de conquista en una carne ordinaria, normal; no sana a los enfermos, no será crucificado por el hombre, sino que simplemente habla palabras en la carne, conquista al hombre en la carne. Solo esa carne es la de Dios encarnado; solo esa carne puede completar la obra de Dios en ella.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Por qué digo que el sentido de la encarnación no se completó en la obra de Jesús? Porque la Palabra no se hizo enteramente carne. Lo que Jesús hizo fue solo una parte de la obra de Dios en la carne; Él solo hizo la obra redentora y no la de ganar completamente al hombre. Por esta razón, Dios se ha hecho carne una vez más en los últimos días. Esta etapa de la obra también la lleva a cabo una carne ordinaria, un ser humano normal, uno cuya humanidad no es en absoluto trascendente. En otras palabras, Dios se ha hecho un ser humano completo, y es una persona cuya identidad es la de Dios, un ser humano completo, una carne completa, que está llevando a cabo la obra. Para el ojo humano, Él es solo una carne que no es en absoluto trascendente, una persona muy ordinaria que puede hablar el lenguaje del cielo, que no muestra señales milagrosas, no obra milagros, mucho menos exhibe la verdad interior sobre la religión en grandes salones de reunión. La obra de la segunda carne encarnada parece a las personas totalmente diferente a la de la primera, tanto que ambas parecen no tener nada en común, y nada de la primera obra puede verse en esta ocasión. Aunque la obra de la segunda carne encarnada es diferente de la obra de la primera, eso no demuestra que Su fuente no sea la misma. Que sea o no la misma depende de la naturaleza de la obra realizada por las carnes y no de Sus caparazones corporales; durante las tres etapas de Su obra, Dios se ha encarnado dos veces, y en ambas la obra de Dios encarnado inaugura una nueva era, introduce una nueva obra. Las encarnaciones se complementan. Es imposible para los ojos humanos decir que ambas carnes vienen realmente de la misma fuente. Sobra decir que escapan a la capacidad del ojo y a la de la mente del hombre. Pero en Su esencia son lo mismo, porque Su obra se origina en el mismo Espíritu. Si ambas carnes encarnadas surgen o no de la misma fuente no puede juzgarse por la era y el lugar en el que nacieron, u otros factores similares, sino por la obra divina expresada por Ellos. La segunda carne encarnada no lleva a cabo nada de la obra que Jesús hizo, porque la obra de Dios no se ciñe a convenciones, sino que cada vez abre una nueva senda. La segunda carne encarnada no busca profundizar ni solidificar la impresión de la primera carne en la mente de las personas, sino complementarla y perfeccionarla, profundizar el conocimiento de Dios por parte del hombre, romper todas las reglas existentes en los corazones de las personas, y barrer las imágenes falaces de Dios en ellos. Puede decirse que ninguna etapa individual de la obra de Dios puede darle al hombre un conocimiento completo de Él; cada una da solo una parte, no el todo. Aunque Dios ha expresado Su carácter por completo, debido a las limitadas facultades de entendimiento del hombre, su conocimiento de Él sigue siendo incompleto. Es imposible, usando un lenguaje humano, transmitir la totalidad del carácter de Dios; ¿cuánto menos podrá una sola etapa de Su obra expresar plenamente a Dios? Él obra en la carne bajo la cubierta de Su humanidad normal, y uno solo puede conocerlo por las expresiones de Su divinidad, no por Su caparazón corporal. Dios viene en la carne para permitir al hombre conocerlo por medio de Su obra variada, y no hay dos etapas de la misma que sean iguales. Solo de esta forma puede el hombre tener un conocimiento pleno de la obra de Dios en la carne, no confinada a una sola faceta. Aunque la obra de las dos carnes encarnadas es diferente, la esencia de las mismas y la fuente de Su obra son idénticas; solo existen para desarrollar dos etapas diferentes de la obra, y surgen en dos eras distintas. Comoquiera que fuere, las carnes encarnadas de Dios comparten la misma esencia y el mismo origen; esta es una verdad que nadie puede negar.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Durante aquella era, todo el trabajo realizado por Dios se centró en torno a la crucifixión. Durante la Era del Reino, el Dios encarnado pronuncia palabras para conquistar a todos los que creen en Él. Esto es “la Palabra aparece en carne”; Dios ha venido durante los últimos días para hacer esta obra, lo que significa que ha venido a efectuar el significado práctico de la Palabra aparece en carne. Él solo habla palabras y rara vez se producen hechos. Es la esencia misma de la Palabra aparece en carne y cuando el Dios encarnado pronuncia Sus palabras, es la aparición de la Palabra en la carne y la Palabra se hizo en carne. “En el comienzo existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios, y la Palabra se hizo carne”. Esto (la obra de la aparición de la Palabra en la carne) es la obra que Dios llevará a cabo en los últimos días, y es el capítulo final de todo Su plan de gestión; así, Dios tiene que venir a la tierra y manifestar Sus palabras en la carne. Lo que se hace hoy, lo que se hará en el futuro, lo que Dios llevará a cabo, el destino final del hombre, los que serán salvos, los que serán destruidos, etc., esta obra que debería realizarse al final se ha declarado con toda claridad, y su propósito es realizar el significado práctico de la Palabra aparece en carne. Los decretos y la constitución administrativos que se emitieron anteriormente, los que serán destruidos, los que entrarán en el reposo, todas esas palabras deben cumplirse. Es la obra que el Dios encarnado realizó principalmente durante los últimos días. Él hace que las personas comprendan adónde pertenecen los que fueron predestinados por Dios, y adónde van los que no son predestinados por Él; cómo serán clasificados Su pueblo y Sus hijos, lo que le ocurrirá a Israel y a Egipto. En el futuro, cada una de esas palabras se cumplirá. Los pasos de la obra de Dios se van acelerando. Dios usa la palabra como medio para revelarle al hombre lo que se debe hacer en cada era, lo que el Dios encarnado de los últimos días hará, y el ministerio que Él llevará a cabo; y todas estas palabras tienen el propósito de lograr el significado de la Palabra aparece en carne.

de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Dios ha venido a la tierra principalmente para cumplir el hecho de “la Palabra se hizo carne”, es decir, Él ha venido para que Sus palabras puedan ser emitidas desde la carne (no como en el tiempo de Moisés en el Antiguo Testamento, cuando Dios habló directamente desde el cielo.) Después de eso, cada una de Sus palabras se cumplirá durante la Era del Reino Milenario, se volverán hechos visibles ante los ojos de las personas, y las personas los contemplarán usando sus propios ojos sin la menor disparidad. Este es el significado supremo de la encarnación de Dios. Es decir, la obra del Espíritu se cumple a través de la carne y por medio de las palabras. Este es el verdadero significado de “la Palabra se hizo carne” y “la aparición de la Palabra en la carne”. Solo Dios puede hablar la voluntad del Espíritu, y solo Dios en la carne puede hablar en nombre del Espíritu; las palabras de Dios se hacen claras en Dios encarnado, y ellas guían a todos los demás. Nadie está exento, todos existen dentro de este ámbito. Solo por estas declaraciones las personas pueden llegar a conocer; los que no ganan de esta manera están soñando despiertos si piensan que pueden ganar las declaraciones del cielo. Tal es la autoridad demostrada en la carne encarnada de Dios: hacer que todos crean. Incluso los más venerables expertos y pastores religiosos no pueden hablar estas palabras. Todos se deben someter a ellas y nadie podrá hacer otro comienzo. Dios usará palabras para conquistar el universo. Él hará esto, no por Su carne encarnada, sino por medio de usar las declaraciones de la boca de Dios hecho carne para conquistar a todas las personas en todo el universo; solo esto es la Palabra se hizo carne, y solo esto es la aparición de la Palabra en la carne. Tal vez, a las personas les pareciera como si Dios no hubiera hecho ninguna obra, pero Dios solo tiene que declarar Sus palabras para que las personas se convenzan completamente y para que sean impresionadas. Sin hechos, las personas gritan y chillan; con las palabras de Dios, se quedan calladas. Con toda seguridad Dios logrará este hecho, porque este es el plan de Dios establecido hace mucho tiempo: cumplir el hecho de la llegada de la Palabra a la tierra.

de ‘El reino milenario ha llegado’ en “La Palabra manifestada en carne”

El así llamado Dios no es solo el Espíritu Santo, ese Espíritu, el Espíritu siete veces intensificado, el Espíritu que todo lo engloba, sino también una persona, una persona ordinaria, excepcionalmente común. No es solo varón, sino también mujer. Son parecidos en que ambos nacieron de humanos, y distintos en que uno es concebido por el Espíritu Santo y el otro es nacido de un humano pero derivado directamente del Espíritu. Son parecidos en que ambas carnes encarnadas de Dios llevan a cabo la obra de Dios el Padre, y distintos en que uno hace la obra de redención y el otro la de conquista. Ambos representan a Dios el Padre, pero uno es el Señor de la redención lleno de gracia y misericordia, y el otro es el Dios de justicia lleno de ira y juicio. Uno es el Comandante Supremo que lanza la obra de redención, y el otro es el Dios justo que cumple la obra de conquistar. Uno es el Principio, el otro el Final. Uno es carne sin pecado, el otro es carne que completa la redención, continúa la obra, y nunca es del pecado. Ambos son el mismo Espíritu, pero moran en carnes diferentes y han nacido en lugares diferentes. Y están separados por varios miles de años. Sin embargo, toda Su obra es mutuamente complementaria, nunca conflictiva, y se puede hablar de ella en el mismo contexto. Ambos son personas, pero uno es un bebé varón y el otro es una niña recién nacida.

de ‘Cuando se trata de Dios, ¿cuál es tu entendimiento?’ en “La Palabra manifestada en carne”

Tanto si en esta etapa Dios encarnado está soportando dificultades como desempeñando Su ministerio, lo hace para completar el sentido de la encarnación, porque esta es la última encarnación de Dios. Él solo puede encarnarse dos veces. No puede haber una tercera ocasión. La primera encarnación fue un varón, la segunda una mujer, y así la imagen de la carne de Dios se completa en la mente del hombre; además, las dos encarnaciones ya han terminado la obra de Dios en la carne. La primera vez, Dios encarnado poseyó una humanidad normal con el fin de completar el sentido de la encarnación. En esta ocasión también posee una humanidad normal, pero el significado de esta es diferente: es más profundo, y Su obra tiene un sentido más profundo. La razón por la que Dios se ha hecho carne de nuevo es completar el sentido de la encarnación. Cuando Dios haya terminado por completo esta etapa de Su obra, el sentido completo de la encarnación, esto es, la obra de Dios en la carne, estará completa, y no quedará más obra que hacer en la carne. Es decir, de ahora en adelante Dios no vendrá más en la carne a hacer Su obra.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

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