El año 2020 es un año con desastres frecuentes. El huracán, el terremoto, la plaga, la hambruna, la inundación y otros desastres son cada vez más graves, y muchas personas sienten pánico y miedo, solo pueden pedir constantemente la protección de Dios. Pero además de orar ante Dios, ¿ha pensado usted alguna vez en esto: por qué los desastres son cada vez más mayores y frecuentes ahora y cuál es la voluntad de Dios detrás de los frecuentes desastres? Respecto a estas preguntas, echemos un vistazo a un pasaje de la Palabra de Dios Todopoderoso.
Dios Todopoderoso dice: “Dios había despreciado al hombre, porque el hombre era hostil con Él; pero en Su corazón, Su cuidado, preocupación y misericordia por la humanidad permanecían inmutables. Incluso cuando destruyó a la humanidad, Su corazón permaneció inmutable. Cuando esta estaba llena de corrupción y hasta un punto doloroso le desobedeció a Dios, Él tuvo que destruirla por Su carácter y Su esencia, y de acuerdo con Sus principios. Pero por Su esencia, Dios siguió compadeciéndose de ella, y hasta quiso usar diversas formas para redimirla, a fin de que continuase viviendo. El hombre, sin embargo, se opuso a Dios, siguió desobedeciéndole y se negó a aceptar Su salvación, es decir, se negó a aceptar Sus buenas intenciones. No importa cómo lo llamó Dios, lo recordó, le proveyó, lo ayudó o toleró, el hombre no lo entendía ni lo apreciaba, ni le prestaba atención. En Su dolor, Dios no olvidó concederle al hombre Su máxima tolerancia, esperando que el hombre cambie de rumbo. Después de alcanzar Su límite, hizo lo que tuvo que hacer sin dudarlo. En otras palabras, hubo un período de tiempo y un proceso específicos desde el momento en que Dios planeó destruir la humanidad hasta el comienzo de Su obra de destrucción de la misma. Este proceso existió con el propósito de capacitar al hombre para que cambiase de rumbo, y esta fue la última oportunidad que Dios le dio al hombre. ¿Qué hizo Dios, pues, en este período anterior a la destrucción de la humanidad? Llevó a cabo una cantidad significativa de trabajo de recordatorio y de exhortación. Independientemente del dolor y del pesar que había en Su corazón, Él continuó prestando Su cuidado, Su preocupación y Su abundante misericordia en la humanidad”.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
Las palabras de Dios nos hacen entender la intención de Dios detrás de los frecuentes desastres, es decir, con el fin de que la gente venga apresuradamente ante Él a aceptar Su salvación. Al igual que en la época de Noé, debido a que los seres humanos eran corruptos y malvados hasta el extremo y se resistieron a Dios en todas las cosas y que el carácter de Dios es justo y santo, Él decidió destruir el mundo con el diluvio. Pero Dios creyó a la humanidad y no soportó ver que sería destruida de esta manera, así que ordenó a Noé que construyera un arca y predicara el Evangelio. Noé predicó el Evangelio durante 120 años. Durante este período, Dios les dio a las personas la oportunidad de la aceptación de Su salvación, pero como ellas no podían entender Su buena intención, sino que se resistieron obstinadamente y se negaron a aceptar Su salvación, acabaron siendo destruidas por el diluvio. Solo las ocho personas de la familia de Noé escucharon Sus palabras y obedecieron a Él, terminaron por sobrevivir. La humanidad de hoy es tan corrupta y malvada como la de los días de Noé, incluso es peor que ella. Nadie busca activamente a Dios y busca Su aparición y obra. Incluso si escucha la noticia del regreso del Señor, no solo se niega a aceptar a Él, sino que también se oponen y condenan a Él. En la actualidad, los desastres ocurren constantemente en todo el mundo, esto es exactamente recordatorio y advertencia de Dios para nosotros y también para despertar nuestro corazón entumecido y hacernos ver claramente que las profecías del regreso del Señor se han cumplido y Él ya ha regresado. Cuando oímos la noticia del regreso del Señor, si podemos apresurarnos a buscarla e investigarla, tendremos la oportunidad de recibir al Señor, de obtener Su misericordia y protección y de sobrevivir en medio del desastre. Si todavía nos aferramos a nuestras propias nociones y no tenemos deseo para buscar y estudiar, perderemos la oportunidad de acoger al Señor y lloraremos y rechinaremos nuestros dientes en el desastre.
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