¿Es esta una iglesia donde se adora al Señor
Jesús?
En 2001, creí en el Señor Jesús y me uní al coro de una iglesia. Después, usualmente cantaba himnos y bailaba para alabar a Dios, viviendo alegremente todos los días.
La “troupe de teatro” de nuestra iglesia
Varios años después, una tarde, mientras ensayábamos, el pastor nos dijo:
—Prepárense cuando volvamos. Mañana iremos a la fiesta de un señor que cumple 90 años.
Al escucharlo, pensé que habría muchas personas que verían nuestra actuación mañana, así que seguramente traeríamos más personas ante el Señor, lo que me hizo sentir muy feliz.
Temprano a la mañana siguiente, llegué a la iglesia, cantando himnos de alabanza a Dios todo el camino. Después de maquillarnos, vestirnos y organizar nuestros accesorios e instrumentos, todos
estuvimos listos y motivados. En ese momento, el pastor nos dijo:
—¡Gracias Señor! Hermanos y hermanas, testificaremos del amor del Señor y traeremos más personas ante Él a través de nuestra actuación. Por lo tanto, para que la gente pueda ver la paz y la
alegría de los creyentes en el Señor, debemos aplicarnos y enfrentarnos al público con sonrisa.
Todos gritamos: —¡Amén! Luego, más de veinte de nosotros partimos tocando gongs y batería y cantando fuerte y sonoramente.
El anfitrión, entusiasmado, nos condujo a un amplio salón. Después de que el pastor ofreciera sus felicitaciones desde el escenario y nos guiara en la recitación del Padrenuestro, comenzamos
nuestra actuación. Después de una serie de actividades, y el anfitrión nos invitó a una fiesta abundante. Durante la comida, hermanos y hermanas propusieron brindis, enviaron deseos y se
ofrecieron cigarrillos y bebidas unos a otros. Entretanto, dijeron:
—Normalmente no bebemos, pero tampoco observamos reglas. Hoy es un caso especial. Hagamos una excepción.
Al verlos bebiendo y fumando me sentí bastante incómodo en mi corazón, y pensé: ¿Son así los creyentes en Dios?
Después, cada vez que alguien celebraba bodas o funerales o daba un banquete para estrenar una casa o festejaba un cumpleaños, nos invitaban a actuar. Yo siempre participaba activamente y hacía
todo lo posible por actuar. Hasta que un día, una hermana me dijo que el pastor recibía dinero en secreto por cada actuación.
Al escucharla me sentí muy molesto y no pude calmarme, pensando: Nuestro canto y baile son para testificar el nombre del Señor, predicar Su evangelio y obtener Su aprobación, pero no para ganar dinero. Sin embargo, el pastor recibe el dinero por él. Esta actitud, ¿sería aprobada por el Señor? ¿Qué
diferencia hay entre el comportamiento del pastor y el de los incrédulos?
Un día, leí estas palabras en la Biblia: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por
los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a
todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”(Mateo
5:13-16). Estas palabras del Señor me permitieron ver que nosotros, como cristianos, debemos tener corazones piadosos para
alabar y adorar al Señor y vivir en la forma requerida por Él. Solo haciendo eso podríamos glorificar Su nombre.
Sin embargo, actuando presuntamente para “creer en el Señor y difundir el Evangelio”, el pastor guiaba a hermanos y hermanas a asistir a fiestas de bodas de incrédulos, y se beneficiaba
económicamente recibiendo dinero en secreto por nuestras acciones. Además, resultó que los hermanos y hermanas se ocupaban de cosas mundanas, siguiendo las tendencias de fumar y beber, y se
volvían disolutos y desenfrenados. ¿Cómo podría ser esto la luz y la sal? La Biblia dice: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
Ahora obedecíamos las palabras de los pastores y los ancianos para seguir las cosas mundanas. En consecuencia, el coro que alababa a Dios se había convertido en una compañía de teatro que extraía
dinero, y la iglesia se había convertido en un grupo social donde llevábamos a cabo nuestro propio negocio. ¿No era maldad lo que hacíamos, y una deshonra para el nombre de Dios?
No pude evitar pensar en el último período de la era de la Ley. En aquel momento, los fariseos perdieron su reverencia por Dios. Convirtieron el templo en una cueva de ladrones donde la gente
vendía ganado, ovejas y palomas, y cambiaban dinero. Por fin, sufrieron la maldición del Señor. Del mismo modo, ahora creemos en el Señor pero no podemos seguir Su camino. ¿Hay alguna diferencia
entre la iglesia y el templo al final de la era de la Ley? ¿Podemos ser aprobados por el Señor si continuamos con ese tipo de fe? ¿Nos convertiremos en los malvados de los que habló el Señor
Jesús? Tal como dijo una vez: “Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mi, los que practicais la iniquidad’” (Mateo 7:23).
Esto, me llenó de ansiedad.
Domingo de Pasión
Un domingo por la tarde en abril, hermanos y hermanas fueron a la iglesia para asistir a la ceremonia conmemorativa de la Pasión del Señor Jesús. Después de la oración del pastor y el canto de
nuestros himnos, nos llevó a leer la Biblia: “Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: ‘Esto es mi cuerpo
que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí’. De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: ‘Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros’” (Lucas 22:19-20). Cada vez que leemos las Escrituras después de una serie de ceremonias, nos conmueve tanto el gran amor
del Señor que lloramos amargamente y seguimos orando y clamando por nuestro dulce Salvador Jesús.
Entonces, dos servidores de la iglesia se acercaron a nosotros con un plato en las manos. Había zumo de uva y pan sin levadura en el plato. Pero exigieron que cada uno de nosotros pusiera 20
yuanes en el plato para recibir el zumo y el pan. Si no tuviéramos suficiente dinero, podríamos pedir prestado a conocidos. Como último recurso, podríamos poner 10 yuanes en el plato. Entonces la
congregación se transformó en un caos. Algunas personas buscaron a sus conocidos para pedir dinero prestado. La atmósfera piadosa de la gente conmemorando al Señor ante Él desapareció, y en
cambio el lugar de reunión fue un desastre. Cuando los dos servidores se acercaron a mí, como yo no tenía dinero conmigo no me permitieron tomar la comida santa y directamente me dejaron de
lado.
Esta escena me hizo sentir una tristeza indescriptible en mi corazón: ¿Esto es pensar en el Salvador? Debemos pagar antes de tomar la comida santa, pero esta práctica no pertenece a las
enseñanzas del Señor. ¿Cómo puede pasar esto? Realmente no lo podía entender.
En ese momento, los hermanos y hermanas comenzaron una discusión, un hermano dijo:
—Lo que sucedió hoy me hace pensar en las palabras del Señor Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del
vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno” (Mateo 23:25). “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!,
porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27). Creo que nuestro
pastor es similar a los fariseos desenmascarados por el Señor Jesús. El Señor derramó su sangre por nosotros para salvarnos. ¿Por qué debemos pagar antes de beber la copa del Señor? Esta no es
una iglesia donde se adora al Señor Jesús. ¿Acaso no están extorsionando dinero abiertamente? ¿Es la iglesia del Señor?
Una hermana continuó: —¡Correcto! Ahora en nuestra iglesia el pastor recolecta dinero de diferentes maneras. En la pared exterior de la iglesia hay un pedazo de papel rojo grande, en el cual está
escrita la cantidad de dinero que donó cada creyente. Como resultado, todos donan más dinero para parecer más respetables, comparándose con los demás. Al mismo tiempo, el pastor aprovecha esta
oportunidad para obtener más dinero. El Señor Jesús dijo: “Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu
limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6:3 -4). Está claro que su comportamiento contradice la intención del Señor.
Otro hermano dijo con indignación: —Es mucho más que esto. Escuché que un nuevo pastor sería transferido a nuestra iglesia. Presentó sus demandas de una casa bien decorada, equipada con aire
acondicionado, televisión en color y otros muebles. Además, exigió que toda su familia viva en la iglesia. ¿No es tal como dice el Señor Jesús, “[…]
porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27)?
Al escuchar estas palabras quedé muy conmovido: desgraciadamente la iglesia
se había convertido en una especie de club social comercial y los pastores utilizan el creer en Dios como su pan y mantequilla. ¿No son ellos los fariseos hipócritas modernos? ¿Es esta la iglesia
donde la gente adora al Señor Jesús?
Luego, varios hermanos y hermanas dijeron:
—¡Estas cosas son tan desalentadoras! Me parece que esta no es una iglesia donde se adora al Señor. No hay presencia del Señor en nuestra iglesia. Deberíamos buscar una iglesia con la presencia
del Señor.
Dijeron exactamente lo que estaba en mi corazón: ¡Cierto! Debemos buscar una iglesia con la obra del Espíritu Santo.
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
(Traducido del original en inglés al español por Carlos Nogués)
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