La palabra “maná” es familiar para todos los creyentes en el Señor, y cada uno de nosotros tiene algún conocimiento de ello. Aquí quiero compartir con ustedes mi comprensión del “maná”.
La Biblia registra: Después de que Moisés sacó a los israelitas de Egipto, se quedaron en el desierto por cuarenta años. Durante ese tiempo, Dios envió maná del cielo para alimentarlos todos los días. Aunque los israelitas malentendieron y culparon a Dios en ese momento, Él no los trató según su ignorancia, sino que les concedió su misericordia y los agració, enviando maná para alimentarlos. Esto me hace ver la omnipotencia de Dios, así como Su gran tolerancia y amor por la humanidad. Si no fuera por la misericordia y la gracia de Dios, en ese momento ninguno de los israelitas en el desierto habría sobrevivido. En aquellos días, el maná enviado por Dios del cielo era alimento material y también lo que los israelitas más necesitaban para sobrevivir.
Cuando Jesucristo vino a hacer la obra de redimir a la humanidad, dijo: “Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo… ” (Juan 6:51). y “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida…” (Juan 14:6). Jesucristo dijo que lo que Él trajo al hombre fue el pan vivo, desde el cual podemos ver lo que Dios le da al hombre no solo sus necesidades materiales, sino aún más la vida en el espíritu. Durante los tres años y medio de trabajo de Jesucristo entre los hombres, Él habló muchas palabras de acuerdo con las necesidades del hombre en esa época. Y “el pan vivo que he descendido del cielo” en ese momento ya no significaba alimento material; significaba la palabra del Señor.
Jehová Dios también dijo: “Y te afligió, é hízote tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido; para hacerte saber que el hombre no vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deuteronomio 8:3). Estas palabras claramente nos dicen que las palabras de Dios son de vital importancia para nosotros, la humanidad. No vivimos solo de la comida material, sino que necesitamos más las provisiones de las palabras de Dios. Sin embargo, cuando seguimos al Señor, disfrutamos principalmente de Su gracia, pero no tenemos una experiencia verdadera de estas palabras de Dios: “el hombre no vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”.
Noté estas palabras en Apocalipsis: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias. Al que venciere, daré á comer del maná escondido…” (Apocalipsis 2:17). Y las palabras “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias” se dicen siete veces. Ya que están especialmente enfatizados en Apocalipsis, eso significa que lo que el Espíritu dijo a las iglesias debe ser muy importante, y que Dios quiere que todos escuchen Sus declaraciones. Pero aquí se dice: “Al que venciere, daré á comer del maná escondido”. Ahora que las palabras de Jesucristo han sido reveladas a toda la humanidad, no pueden ser el “maná escondido”. Entonces, ¿a qué se refiere el “maná escondido”?
En Juan 16:12-13, Jesucristo dijo: “Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará á toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir”. Después de leer estos dos versículos, me di cuenta: Cuando el Señor regrese, Él volverá a hablar, nos otorgará más verdades a la humanidad, y revelará todas las verdades y los misterios que no entendemos en la Biblia. Y estas verdades son exactamente lo que necesitamos en nuestro espíritu y nos permitirán apreciar genuinamente las palabras “el hombre no vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”, son reales.
Ahora la iglesia está en desolación. Nos sentimos muy sedientos y hambrientos como estar en el desierto. Sin embargo, no estamos hambrientos físicamente como los israelitas, sino que tenemos sed de espíritu, y lo que necesitamos es obtener la obra del Espíritu Santo. Aunque hemos orado al Señor muchas veces, es en vano. Si esto sigue así, no tendremos forma de ir y terminaremos muriendo de hambre. Ahora estamos en este tipo de circunstancias. Entonces, ¿cuál es la voluntad de Dios? ¿Está usando la desolación en la iglesia para advertirnos que no debemos sentarnos y esperar pasivamente la destrucción sino que debemos buscar activamente sus nuevas palabras, “el maná escondido”, para que podamos recibir el suministro en nuestro espíritu?
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