Versículo de la Biblia sobre Evangelio de Hoy
«No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él».
(1 Juan 2:15)
Reflexion del evangelio de hoy
Se dice en 1 Juan 2:15: «No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él». Si nuestros corazones se ocupan de las cosas en el mundo, no tendremos el pensamiento de amar a Dios, ni de adorarlo con un corazón concentrado.
Muchas personas gastan su tiempo y energía en buscar dinero y reputación. Aunque ocasionalmente vienen ante el Señor pero no pueden calmar sus corazones. Una vez que el corazón de uno se ocupa de la reputación, ¿cómo puede tener la idea de presentarse ante el Señor? Jesucristo nos enseña: «y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza» (Marcos 12:30). Algunos aprueban estas palabras, pero no pueden renunciar a los placeres del mundo, ni actúan de acuerdo con las demandas de Jesucristo.
Si deseamos amar no al mundo, ni a las cosas que están en el mundo, tenemos que entender de dónde vienen las cosas mundanas. Leí un pasaje en un libro: “De modo que Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que sólo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y por obtener y mantener la fama y la ganancia harán cualquier juicio o decisión. De esta forma, Satanás ata al hombre con cadenas invisibles. Las personas las llevan en su cuerpo y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Por tanto, los seres humanos se mueven siempre hacia adelante con gran dificultad, cargando con esos grilletes sin saberlo. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad se separa de Dios y le traiciona. Con cada generación que pasa, la humanidad se vuelve más y más perversa, más y más oscura; de esta forma se destruye una generación tras otra en la fama y la ganancia de Satanás”.
Los asuntos mundanos no son de Dios, sino los trucos que Satanás tienta al hombre a dejar a Dios. Cuando veamos a través de estos, tendremos discernimiento de los asuntos mundanos y nuestros corazones no serán asumidos. Si ya no amamos el mundo o los asuntos mundanos, nuestro amor por Dios se desarrollará sin saberlo.
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