A partir de estos versículos, llegué a comprender que todo lo que pertenece al hombre, incluidos el nacimiento y la muerte del hombre, llora y ríe, el éxito y el fracaso, el decir y el hacer están en las manos de Dios. Es decir, Dios ha gobernado y predestinado toda nuestra vida. En qué familias nacemos, qué trabajos tenemos, qué talentos poseemos y qué nos sucederá, a quién conoceremos y qué palabras diremos en nuestra vida diaria, todas estas cosas están fuera de nuestro control. Incluso las cosas que suceden en un minuto o segundo se mantienen en las manos de Dios. Además, podemos hacer planes para nuestra vida diaria y nuestro futuro, pero no importa cómo planeemos, no podemos trascender el dominio de Dios. No es de extrañar que mis propios planes apenas se cumplieran como esperaba. No solo era ignorante de la soberanía de Dios, sino que también luchaba contra la ordenación y la soberanía de Dios, competía contra Dios todo el tiempo de acuerdo con mi plan, deseando abandonar el dominio de Dios y tomar mi destino en mis propias manos. Lo que he hecho solo me dejó en una inmensa aflicción. Y los dolores se hicieron más profundos o se debilitaron con la brecha entre los planes y los cambios.
Está escrito en la Biblia, "Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús" (1 Tesalonicenses 5:16-18). "He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros" (1 Samuel 15:22).
En realidad, todas las cosas que nos suceden son orquestadas y arregladas por Dios, especialmente las cosas inesperadas, y debe haber un buen propósito de Dios en ellas. Debemos obedecer la orquestación y el arreglo de Dios, experimentar la vida y conocer su soberanía. Entonces podemos ver que todas las cosas que Dios arregla para nosotros son buenas, y la buena voluntad de Dios siempre se esconde detrás de ellas. Además, podemos obtener experiencias más coloridas en tribulaciones. De esto podemos ver que si podemos buscar y orar a Dios para captar la intención de Dios, y obedecer la manipulación de Dios en lugar de hacer todas las cosas de acuerdo con nuestras propias ideas y planes, ya no caeremos en la angustia sino que nos sentimos libres y nos relajamos en nuestra corazón.
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