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¿Qué es el verdadero arrebatamiento?

Versículo(s) bíblico(s) para referencia:

“Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6).

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

“Escribe: ‘Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero’” (Apocalipsis 19:9).
Palabras relevantes de Dios:

Como cientos de millones de otros seguidores del Señor Jesucristo, nosotros acatamos las leyes y los mandamientos de la Biblia, gozamos la abundante gracia del Señor Jesucristo y nos reunimos, oramos, alabamos y servimos en el nombre del Señor Jesucristo, y todo esto lo hacemos bajo el cuidado y la protección del Señor. Muchas veces somos débiles y muchas veces fuertes. Creemos que todas nuestras acciones están en conformidad con las enseñanzas del Señor. Se sobreentiende, entonces, que también creemos que caminamos el camino de la obediencia a la voluntad del Padre que está en el cielo. Anhelamos el regreso del Señor Jesús, la gloriosa llegada del Señor Jesús, el fin de nuestra vida en la tierra, la aparición del reino, y todo lo que se predijo en el Libro de Apocalipsis: el Señor llega y trae el desastre, y recompensa a los buenos y castiga a los malvados, y se lleva en los aires a los que lo siguen y acogen Su regreso para que se encuentren con Él. Cada vez que pensamos en esto, no podemos evitar que la emoción nos embargue. Estamos agradecidos de haber nacido en los últimos días y somos lo suficientemente afortunados de ser testigos de la venida del Señor. Aunque hayamos sufrido persecución, es a cambio de “un peso de gloria que sobrepasa todo y que es eterno”; ¡qué bendición que así sea! Todo este anhelo y la gracia que otorga el Señor muchas veces nos vuelven más formales en la oración y nos reúnen con más frecuencia. Tal vez el año que entra, tal vez mañana o tal vez incluso antes, cuando el hombre no se lo espere, el Señor de repente llegará y aparecerá entre un grupo de personas que han estado esperándolo atentamente. Todos estamos compitiendo entre nosotros; nadie se quiere quedar atrás, a fin de poder ser el primer grupo en contemplar la aparición del Señor, para ser uno de los que van a ser arrebatados.

...

Dios guarda silencio y nunca se nos ha aparecido, sin embargo, Su obra nunca se ha detenido. Ve todas las tierras y manda a todas las cosas y contempla todas las palabras y obras del hombre. Su gestión es conducida por pasos, y de acuerdo a Su plan. Este avanza en silencio, sin un efecto dramático, pero Sus pisadas avanzan cada vez más cerca de la humanidad, y Su tribunal se despliega en el universo a la velocidad de la luz, inmediatamente seguido por el descenso de Su trono entre nosotros. ¡Qué escena tan majestuosa es esta; qué cuadro tan imponente y solemne! Como una paloma, como un león rugiente, el Espíritu llega entre todos nosotros. Es sabio, es justo y majestuoso; Él llega entre nosotros en silencio, dueño de la autoridad y lleno de amor y compasión. Nadie está consciente de Su llegada, nadie acoge Su llegada y, más aún, nadie sabe todo lo que va a hacer. La vida del hombre sigue sin cambios; su corazón no es diferente y los días transcurren como siempre. Dios vive entre nosotros como una persona ordinaria, como un seguidor tremendamente insignificante y un creyente ordinario. Él tiene Sus propias búsquedas, Sus propias metas y, además, tiene una divinidad que ningún hombre ordinario posee. Nadie se ha dado cuenta de la existencia de Su divinidad, ni nadie ha percibido la diferencia entre Su esencia y la del hombre…

Y sin embargo es esta persona ordinaria, que está escondida entre las personas, la que está haciendo la nueva obra de salvarnos. Él no nos aclara nada, ni nos dice por qué ha venido. Él solo hace por pasos la obra que tiene la intención de hacer, y de acuerdo a Su plan. Sus palabras y declaraciones cada vez se hacen más frecuentes. De consolar, exhortar, recordar y advertir a reprochar y disciplinar; de un tono gentil y amable, a palabras que son temibles y majestuosas, todo infunde tanto compasión como estremecimiento en el hombre. Todo lo que dice tiene un fuerte efecto en los secretos que están profundamente escondidos dentro de nosotros; Sus palabras lastiman nuestros corazones, nuestros espíritus, y nos dejan avergonzados y humillados…

Sin que nosotros lo sepamos, este hombre insignificante nos ha llevado paso a paso en la obra de Dios. Sufrimos un sinnúmero de pruebas, somos sujetos a innumerables castigos y probados por la muerte. Aprendemos del carácter justo y majestuoso de Dios; disfrutamos, también, Su amor y compasión, y llegamos a valorar el gran poder y sabiduría de Dios; somos testigos de la hermosura de Dios y contemplamos el deseo ansioso de Dios de salvar al hombre. En las palabras de esta persona ordinaria, llegamos a conocer el carácter y la esencia de Dios, llegamos a entender la voluntad de Dios, llegamos a conocer la naturaleza y la esencia del hombre, y vemos el camino de salvación y perfección. Sus palabras nos hacen morir y nos hacen volver a nacer; Sus palabras nos dan consuelo, pero también nos atormentan con la culpa y un sentimiento de deuda; Sus palabras nos dan alegría y paz, pero también nos causan gran dolor. A veces somos como ovejas al matadero en Sus manos; a veces somos como la niña de Sus ojos y gozamos Su amor y afecto; a veces somos como Sus enemigos, convertidos en ceniza por Su ira en Sus ojos. Somos la humanidad que Él salvó; somos gusanos a Sus ojos, y somos los corderos perdidos que piensa noche y día encontrar. Él es misericordioso con nosotros, nos desprecia, nos levanta, nos consuela y nos exhorta, nos guía, nos ilumina, nos castiga y nos disciplina, y hasta nos maldice. Se preocupa por nosotros noche y día, nos protege y cuida de nosotros noche y día, nunca se aparta de nuestro lado, nos dedica todo Su cuidado y paga cualquier precio por nosotros. Con las palabras de esta pequeña carne ordinaria, hemos gozado la totalidad de Dios y contemplado el destino que Dios nos ha concedido…

La declaración de Dios continúa, y Él emplea varios métodos y perspectivas para advertirnos qué hacer y expresar la voz de Su corazón. Sus palabras llevan la energía de la vida y nos muestran el camino que debemos caminar y nos permiten entender cuál es la verdad. Empezamos a ser atraídos a Sus palabras, comenzamos a enfocarnos en el tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tener un interés en la voz del corazón de esta persona que no tiene nada de especial. Hace esfuerzos meticulosos por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros, se queja en la enfermedad por nosotros, sufre humillación por el bien de nuestro destino y salvación, y Su corazón sangra y derrama lágrimas por nuestra insensibilidad y rebeldía. Tal ser y tales posesiones están más allá de una persona ordinaria; ninguno de los corruptos las puede poseer o conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que ninguna persona ordinaria posee, y Su amor no lo posee ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, o tener tal conocimiento de nuestra naturaleza y esencia, o juzgar la rebeldía y corrupción de la humanidad, o hablarnos y obrar entre nosotros como lo puede éste en nombre del Dios del cielo. Nadie excepto Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, emana en su totalidad de Él. Nadie excepto Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie excepto Él puede revelar los misterios que Dios no ha revelado desde la creación hasta el día de hoy. Nadie excepto Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios y expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y las palabras de juicio de Dios hacia toda la humanidad. Él ha comenzado una nueva época, una nueva era, y ha traído un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, y nos ha traído esperanza, y ha puesto fin a la vida que llevábamos en la imprecisión, y nos permitió contemplar plenamente el camino de salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestros corazones. De ese momento en adelante nuestras mentes se hacen conscientes y nuestros espíritus parecen ser revividos: esta persona ordinaria e insignificante, que vive entre nosotros y que nosotros hemos rechazado desde hace ya mucho tiempo, ¿no es el Señor Jesús, quien siempre está en nuestros pensamientos, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida! Él nos ha permitido que vivamos otra vez, que veamos la luz, y ha detenido nuestros corazones errantes. Hemos regresado a la casa de Dios, hemos regresado ante Su trono, estamos cara a cara con Él, hemos presenciado Su rostro, y hemos visto el camino que está por delante. Ahora, Él ha conquistado nuestros corazones por completo; ya no dudamos quién es Él, ni nos oponemos a Su obra y Su palabra, y nos postramos completamente ante Él. No queremos otra cosa que seguir las pisadas de Dios por el resto de nuestras vidas, y ser hechos perfectos por Él, y recompensarle por Su gracia, y recompensar Su amor por nosotros, y obedecer Sus órdenes y disposiciones, y cooperar con Su obra, y hacer todo lo que podamos para completar lo que Él nos confíe.

Somos solo un grupo demasiado ordinario de personas poseídos por un carácter satánico corrupto; somos los predestinados por Dios antes de los siglos y somos los necesitados a quienes Dios ha sacado del muladar. Hubo una vez que rechazábamos y condenábamos a Dios, pero ahora Él nos ha conquistado. Hemos recibido de Dios la vida y hemos recibido el camino de la vida eterna. No importa en dónde estemos en la tierra, y a pesar de la persecución y la tribulación, no podemos alejarnos de la salvación de Dios Todopoderoso. ¡Porque Él es nuestro Creador y nuestra única redención!

de ‘Contemplando la Aparición de Dios en Su Juicio y Su Castigo’ en “La Palabra manifestada en carne”

 

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

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