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¿Por qué el Señor Jesús fue abandonado por sus conciudadanos?

El Señor Jesús ha concedido a la humanidad gracia en abundancia y también ha mostrado tremendas señales y maravillas. Pero ¿por qué fue abandonado por Sus entonces conciudadanos? ¿Quieres saber la razón? Este artículo te explicará el motivo.
Los copos de nieve comenzaron a revolotear al atardecer. De pie en el balcón y mirando por la ventana, recordé una serie de escenas en las que el Señor Jesús junto con sus discípulos regresó a Nazaret: Él miró a las innumerables multitudes con una sonrisa, incluso los transeúntes también los saludaban, tanto que parecía que estaban muy familiarizados con Él. Sin embargo, cuando el Señor Jesús dio testimonio de Sí mismo como el Mesías, la gente, ahogada de ira, lo atacó y maldijo. Tal como está registrado en las Escrituras: “Y todos en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas, y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para despeñarle” (Lucas 4:28-29).

Fuera de la ventana nevaba aún más. De pronto todo se volvió blanco. Pero yo no estaba de humor para apreciar el paisaje nevado fuera de la ventana, más bien pensé: Cuando el Señor Jesús predicó el evangelio del Reino en otros lugares, había muchos creyentes siguiéndole. Pero cuando regresó a Su pueblo natal y predicó, ¿por qué lo abandonaron Sus conciudadanos, e incluso quisieron empujarlo de un precipicio en vez de darle la bienvenida?

Una pregunta de mi hermano menor interrumpió mis pensamientos. Él dijo: “Hermana, vi a muchos amigos en línea hablando de un actor famoso vestido de civil que apareció en un mercado de comestibles. Por curiosidad, hice clic en la foto y descubrí que, aunque en vida es muy simpático, su aspecto se queda corto con respecto a la imagen que yo admiraba…”. Seguía expresando sus propias opiniones, pero estas palabras me hicieron pensar: “La brecha entre la realidad y la imaginación nos lleva a dudar de la realidad. ¿Por qué el pueblo judío en el pasado abandonó al Señor Jesús? ¿Es porque el verdadero Señor Jesús era diferente del que ellos imaginaban? Tengo que buscarlo”. Por lo tanto, le dije a mi hermano: “Lo siento, pero tengo algo importante que hacer. Hablemos de esto en otra ocasión, ¿está bien?” Él asintió y luego me retiré a mi cuarto.
Sentado frente a la computadora, envié mi duda a una columna de preguntas y respuestas de un sitio web evangélico. Pronto un amigo en línea me contestó.
1. No tener conocimiento de la Humanidad Normal de Cristo
Para comenzar compartió dos pasajes conmigo: “La vida que Jesús vivió en la tierra fue una vida normal de la carne. Él vivió en la humanidad normal de Su carne. Su autoridad —para llevar a cabo la obra de Dios y hablar Su palabra, o para sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios, para hacer tales cosas extraordinarias— no se manifestó, en mayor parte, hasta que Él comenzó Su ministerio. Su vida antes de los veintinueve años de edad, antes de llevar a cabo Su ministerio, fue prueba suficiente de que Él era sólo una carne normal. Por ello, y porque aún no había comenzado a realizar Su ministerio, las personas no vieron nada divino en Él, tan sólo veían a un ser humano normal, a un hombre ordinario, como cuando al principio algunos creyeron que Él era el hijo de José. […] Su humanidad normal y Su obra existieron con el fin de cumplir el significado de la primera encarnación, demostrando que Dios había venido enteramente en la carne, que se había hecho un hombre totalmente ordinario. Que tuviera una humanidad normal antes de empezar Su obra fue una prueba de que Él era una carne ordinaria; y que obrase después, también demostró que Él era una carne ordinaria, porque Él llevó a cabo señales y maravillas, sanó a los enfermos y echó fuera a los demonios estando en la carne con una humanidad normal. […] Hasta el momento en que resucitó después de morir en la cruz, Él habitó dentro de una carne normal. Conceder gracia, sanar a los enfermos y expulsar a los demonios era parte de Su ministerio, todo era parte de la obra que Él llevó a cabo en Su carne normal. Antes de ir a la cruz, Él nunca se separó de Su carne humana normal, independientemente de lo que estuviera haciendo. Él era Dios mismo llevando a cabo la obra propia de Dios, pero como Él era Su carne encarnada, comía alimentos y vestía ropa, tenía necesidades humanas normales, una razón y una mente humanas normales. Todo esto era prueba de que Él era un hombre normal, que a su vez demostraba que la carne encarnada de Dios era una carne con una humanidad normal y no sobrenatural. […] Antes de que Jesús llevara a cabo la obra, simplemente vivió en Su humanidad normal. Nadie podía darse cuenta de que Él fuera Dios, nadie descubrió que Él era el Dios encarnado; las personas sólo lo conocían como un hombre totalmente ordinario” .
“Antes de que Jesús llevara a cabo Su ministerio, o como se dice en la Biblia, antes de que el Espíritu descendiese sobre Él, Jesús no era sino un hombre ordinario que no poseía nada sobrenatural. […] La carne encarnada de Dios tiene humanidad, de lo contrario no sería tal”.
Luego añadió: “El Señor Jesucristo era el Dios mismo encarnado, y la carne con la humanidad normal en la que se ha realizado el Espíritu de Dios. Estaba poseído por una humanidad normal y una completa divinidad. Sin nada distintivo en apariencia, Él habló y trabajó prácticamente entre la gente a la imagen del Hijo del Hombre. Antes de que el Señor Jesús comenzara a desempeñar Su ministerio, vivía en una familia ordinaria y vivía una vida ordinaria como la gente ordinaria. Debido a que Su carne era tan ordinaria y Su humanidad tan normal, nadie reconoció que Él era Dios. Cuando Su humanidad maduró, comenzó a trabajar, a predicar, a expresar la verdad, y también mostró muchas señales y maravillas. Aunque por Su obra y Sus palabras la gente vio la autoridad y el poder del Señor Jesús, ellos todavía no creían que Él era Cristo encarnado porque Él obraba en la carne y era exteriormente demasiado normal y ordinario. No tenían conocimiento de la humanidad normal del Señor Jesús, así que no creían que el Señor Jesús era el Mesías cuando regresó a su pueblo natal para predicar, ante lo que exclamaron: ‘¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de El'”. (Marcos 6:3).
Hasta ese momento no me había dado cuenta de que la gente de Nazaret había abandonado al Señor Jesús porque no tenían conocimiento de la humanidad normal del Señor Jesús. No sabían que la esencia del Dios encarnado era la combinación de una humanidad normal y una divinidad completa. Sólo por Su humanidad normal, juzgaron y condenaron al Señor Jesús y abandonaron y se opusieron a Dios, lo cual fue una tragedia miserable.
2. Definiendo el trabajo de Dios por medio de concepciones e imaginación

Entonces mi amigo compartió otro pasaje conmigo: “Es por causa de la obra de Dios encarnado que Dios se hace una carne que tiene una forma tangible y que el hombre puede ver y tocar. No es un Espíritu sin forma, sino una carne con quien el hombre puede tener contacto y que puede ver. Sin embargo, la mayoría de los Dioses en los que la gente cree son deidades sin carne que no tienen forma, que también son de una forma libre. De esta manera, el Dios encarnado se ha vuelto el enemigo de la mayoría de los que creen en Dios y los que no pueden aceptar el hecho de la encarnación de Dios se han vuelto, de manera similar, los adversarios de Dios. El hombre tiene nociones, no por su forma de pensar o por su rebelión, sino por esta propiedad privada que tiene. Es por esta propiedad privada que la mayoría de las personas mueren y, de hecho, este Dios ambiguo que no se puede tocar, que no se puede ver y que no existe, es lo que arruina la vida del hombre. La vida del hombre es confiscada, no por el Dios encarnado, mucho menos por el Dios del cielo, sino por el Dios de la propia imaginación del hombre” .

Y él me dijo: “La humanidad normal de Dios encarnado volcó los pensamientos de todos y reveló las concepciones e imaginación de la gente acerca de Dios. En ese tiempo la gente vivía en la esclavitud del pecado y no podía liberarse. Todos anhelaban al Salvador, que cambiaría su condición de vida. Se aferraron a las escrituras: ‘Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; […] El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y ostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre’ (Isaías 9:6-7). Las palabras del profeta les dio esperanza. Toda la gente pensó que la llegada del Mesías podría ayudarles a deshacerse de la opresión del gobierno romano por lo tanto estaban llenos de concepciones e imaginación sobre el Mesías: Él debe ser noble y digno en apariencia, noble, alto y robusto, y nacido en el palacio y Él los llevaría a derrocar el gobierno romano y construir un nuevo régimen al igual que David. En el corazón de todos, pensaron que la carne de Dios encarnada debería ser una carne sobrenatural y elevada, debería nacer con la autoridad de Dios, y no debería tener un proceso de crecimiento normal. Su forma de hablar debería ser portentosa para que todos le temieran y no se atrevieran a acercarse a Él. También debe nacer en una familia noble o, al menos, eminente. Pero la verdadera familia y el ambiente en el cual el Señor Jesús creció eran completamente diferentes de su imaginación y nociones. Por lo tanto, en su opinión, lo que el Señor Jesús dijo ofendió la posición de ‘Dios’ en su corazón al tiempo que rompió todos sus delirios con respecto al Mesías. Y entonces sintieron enojo, despreciaron y odiaron al Señor Jesús, y lo juzgaron y abandonaron con base en sus concepciones e imaginación. Esta es exactamente la consecuencia de creer ciegamente en un Dios vago y definir la obra de Dios de acuerdo con concepciones e imaginación”.

Entonces obtuve la respuesta a la pregunta de por qué el Señor Jesús fue abandonado por sus conciudadanos. Por un lado, no tenían conocimiento de la humanidad normal de Cristo. Por otro lado, la ordinariedad y la normalidad del Señor Jesús no se ajustaban a sus concepciones e imaginación. Debido a esto, calumniaron y condenaron al Señor Jesús e incluso le insultaron, por lo que al final el Señor Jesús no realizó Su obra sobre ellos y se distanció. No pude evitar empezar a reflexionar: Cuando Cristo de los últimos días, el Salvador, aparece y obra, lo cual no está en línea con mis propias concepciones e imaginación, ¿puedo renunciar a mi propia concepción para buscar la verdad? Creo que algo debo aprender del fracaso del pueblo de Nazaret…

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Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

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