· 

¿Cómo se puede conocer la esencia divina de Cristo?

Versículo(s) bíblico(s) para referencia:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida […]” “Las palabras que yo os digo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí es el que hace las obras. Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, creed por las obras mismas” (Juan 14:6, 10-11).

Palabras relevantes de Dios:

Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta verdad: Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, si es o no la carne encarnada de Dios, y si es o no el camino verdadero, debe discernirse a partir de Su esencia. Y así, para determinar[a] si es o no la carne de Dios encarnado, la clave está en prestar atención a Su esencia (Su obra, Sus palabras, Su carácter, y mucho más), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre.

de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”

Conocer a Dios es algo que debe hacerse a través de la lectura y de la comprensión de la palabra de Dios. Algunas personas dicen: “No he visto al Dios encarnado, ¿cómo puedo, pues, conocerlo?”. La palabra de Dios es, en realidad, una expresión del carácter de Dios. En Su palabra podemos ver Su amor por la humanidad, Su salvación de la humanidad y la forma en que Él salva a las personas… porque es Dios quien expresa Su palabra en oposición al hecho de que Dios usó al hombre para escribirla. Dios la expresa personalmente. Dios mismo expresa Sus propias palabras y Su voz interna. ¿Por qué las definimos como palabras sinceras? Porque se emiten desde muy adentro, expresan Su carácter, Su voluntad, Sus pensamientos, Su amor por la humanidad, Su salvación de la humanidad y Sus expectativas respecto a la humanidad. Entre las palabras de Dios hay palabras graves, amables y suaves, algunas consideradas y otras reveladoras que son crueles. Si sólo consideras las palabras reveladoras, sientes que Dios es bastante severo. Si sólo examinas el lado amable y suave, Dios parece no tener mucha autoridad. Por tanto, en esto no debes entender las cosas fuera de contexto. Debes contemplarlas desde todos los ángulos. A veces Dios habla desde una perspectiva amable y compasiva, y las personas ven Su amor por la humanidad; en ocasiones, Él habla desde una perspectiva estricta y las personas ven el carácter de Dios que no puede ser ofendido. El hombre es deplorablemente sucio y no es digno de ver el rostro de Dios ni de presentarse delante de Él. Que las personas vengan ahora delante de Dios es puramente por Su gracia. La sabiduría de Dios puede verse en la forma en que Él obra y en el significado de Su obra. Aunque las personas no entren en contacto con Dios, siguen siendo capaces de ver estas cosas en Su palabra. Cuando alguien que posee un entendimiento verdadero entra en contacto con Cristo, su entendimiento puede ajustarse a Él, pero cuando alguien que sólo tiene una comprensión teórica entra en contacto con Dios, no puede coincidir con Él. Este aspecto de la verdad es el misterio más grande y profundo, difícil de comprender. Resume las palabras que Dios pronuncia sobre el misterio de la encarnación, considéralas desde diversos ángulos y después debatid estas cosas entre vosotros. Puedes orar, meditar mucho sobre estas cosas y hablar de ellas. Tal vez el Espíritu Santo te esclarezca y te permita entenderlas. Esto se debe a que no tienes oportunidad alguna de entrar en contacto con Dios y debes confiar de esta forma en la experiencia para sentir poco a poco el camino de entrada, para lograr un entendimiento verdadero de Dios.

de ‘Conocimiento de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”

...durante los últimos días, cuando Dios se hace carne usa principalmente la palabra para llevarlo todo a cabo y que todo quede claro. Solo en Sus palabras puedes ver lo que Él es; solo en Sus palabras puedes ver que Él es Dios mismo. Cuando el Dios encarnado viene a la tierra no realiza ninguna otra obra que no sea pronunciar palabras; por tanto, no hay necesidad de hechos, basta con las palabras. Esto se debe a que ha venido principalmente a hacer esta obra, a permitir que el hombre contemple Su poder y Su supremacía en Sus palabras, para que el hombre vea en ellas la humildad con la que Él se esconde y permitirle conocer Su totalidad en Sus palabras. Todo lo que Él tiene y es está en Sus palabras, Su sabiduría y todo lo maravilloso de Él están en Sus palabras. En esto te hace ver los numerosos métodos mediante los cuales Dios pronuncia Sus palabras.

de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

El hombre llega a conocer a Dios experimentando Su obra, y no hay otra forma correcta de conocerlo.

de ‘Conocer la obra de Dios hoy’ en “La Palabra manifestada en carne”

El proceso por el cual las personas experimentan las palabras de Dios es el mismo que aquel por el que conocen la aparición de las mismas en la carne. Cuanto más experimentan las personas las palabras de Dios, más conocen Su Espíritu; por medio de la experiencia de las palabras de Dios, las personas comprenden los principios de la obra del Espíritu y llegan a conocer al Dios mismo práctico. En realidad, cuando Dios perfecciona a las personas y las gana, está haciendo que conozcan los hechos del Dios práctico; está usando Su obra para mostrar a las personas el sentido práctico de la encarnación, y que el Espíritu de Dios ha aparecido realmente delante del hombre.

de ‘Deberías saber que el Dios práctico es Dios mismo’ en “La Palabra manifestada en carne”

Sin que nosotros lo sepamos, este hombre insignificante nos ha llevado paso a paso en la obra de Dios. Sufrimos un sinnúmero de pruebas, somos sujetos a innumerables castigos y probados por la muerte. Aprendemos del carácter justo y majestuoso de Dios; disfrutamos, también, Su amor y compasión, y llegamos a valorar el gran poder y sabiduría de Dios; somos testigos de la hermosura de Dios y contemplamos el deseo ansioso de Dios de salvar al hombre. En las palabras de esta persona ordinaria, llegamos a conocer el carácter y la esencia de Dios, llegamos a entender la voluntad de Dios, llegamos a conocer la naturaleza y la esencia del hombre, y vemos el camino de salvación y perfección. Sus palabras nos hacen morir y nos hacen volver a nacer; Sus palabras nos dan consuelo, pero también nos atormentan con la culpa y un sentimiento de deuda; Sus palabras nos dan alegría y paz, pero también nos causan gran dolor. A veces somos como ovejas al matadero en Sus manos; a veces somos como la niña de Sus ojos y gozamos Su amor y afecto; a veces somos como Sus enemigos, convertidos en ceniza por Su ira en Sus ojos. Somos la humanidad que Él salvó; somos gusanos a Sus ojos, y somos los corderos perdidos que piensa noche y día encontrar. Él es misericordioso con nosotros, nos desprecia, nos levanta, nos consuela y nos exhorta, nos guía, nos ilumina, nos castiga y nos disciplina, y hasta nos maldice. Se preocupa por nosotros noche y día, nos protege y cuida de nosotros noche y día, nunca se aparta de nuestro lado, nos dedica todo Su cuidado y paga cualquier precio por nosotros. Con las palabras de esta pequeña carne ordinaria, hemos gozado la totalidad de Dios y contemplado el destino que Dios nos ha concedido. Pero a pesar de esto, la vanidad todavía acecha dentro de nuestros corazones, y todavía seguimos indispuestos a aceptar activamente a una persona como esta como nuestro Dios. Aunque nos ha dado tanto maná, tanto para disfrutar, nada de esto puede usurpar el lugar del Señor en nuestros corazones. Honramos la identidad y el estatus especiales de esta persona solo con gran renuencia. Si Él no hablara para hacernos reconocer que Él es Dios, entonces nunca tomaríamos sobre nosotros el reconocerlo como el Dios que pronto llegará y que ha estado obrando entre nosotros por tanto tiempo.

La declaración de Dios continúa, y Él emplea varios métodos y perspectivas para advertirnos qué hacer y expresar la voz de Su corazón. Sus palabras llevan la energía de la vida y nos muestran el camino que debemos caminar y nos permiten entender cuál es la verdad. Empezamos a ser atraídos a Sus palabras, comenzamos a enfocarnos en el tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tener un interés en la voz del corazón de esta persona que no tiene nada de especial. Hace esfuerzos meticulosos por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros, se queja en la enfermedad por nosotros, sufre humillación por el bien de nuestro destino y salvación, y Su corazón sangra y derrama lágrimas por nuestra insensibilidad y rebeldía. Tal ser y tales posesiones están más allá de una persona ordinaria; ninguno de los corruptos las puede poseer o conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que ninguna persona ordinaria posee, y Su amor no lo posee ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, o tener tal conocimiento de nuestra naturaleza y esencia, o juzgar la rebeldía y corrupción de la humanidad, o hablarnos y obrar entre nosotros como lo puede éste en nombre del Dios del cielo. Nadie excepto Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, emana en su totalidad de Él. Nadie excepto Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie excepto Él puede revelar los misterios que Dios no ha revelado desde la creación hasta el día de hoy. Nadie excepto Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios y expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y las palabras de juicio de Dios hacia toda la humanidad. Él ha comenzado una nueva época, una nueva era, y ha traído un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, y nos ha traído esperanza, y ha puesto fin a la vida que llevábamos en la imprecisión, y nos permitió contemplar plenamente el camino de salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestros corazones. De ese momento en adelante nuestras mentes se hacen conscientes y nuestros espíritus parecen ser revividos: esta persona ordinaria e insignificante, que vive entre nosotros y que nosotros hemos rechazado desde hace ya mucho tiempo, ¿no es el Señor Jesús, quien siempre está en nuestros pensamientos, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida! Él nos ha permitido que vivamos otra vez, que veamos la luz, y ha detenido nuestros corazones errantes. Hemos regresado a la casa de Dios, hemos regresado ante Su trono, estamos cara a cara con Él, hemos presenciado Su rostro, y hemos visto el camino que está por delante. Ahora, Él ha conquistado nuestros corazones por completo; ya no dudamos quién es Él, ni nos oponemos a Su obra y Su palabra, y nos postramos completamente ante Él. No queremos otra cosa que seguir las pisadas de Dios por el resto de nuestras vidas, y ser hechos perfectos por Él, y recompensarle por Su gracia, y recompensar Su amor por nosotros, y obedecer Sus órdenes y disposiciones, y cooperar con Su obra, y hacer todo lo que podamos para completar lo que Él nos confíe.

Ser conquistado por Dios es como una lucha de artes marciales.

Cada una de las palabras de Dios golpea nuestro punto mortal y nos deja adoloridos y temerosos. Él revela nuestras ideas, revela nuestras imaginaciones, y revela nuestro carácter corrupto. Sus palabras revelan nuestra naturaleza y esencia por medio de todo lo que decimos y hacemos, y por cada uno de nuestros pensamientos e ideas, dejándonos humillados y temblando de miedo. Nos dice todas nuestras acciones, nuestras metas e intenciones, y hasta el carácter corrupto que nunca hemos descubierto, haciéndonos sentir que estamos completamente expuestos, e incluso haciéndonos sentir completamente convencidos. Nos juzga por nuestra oposición a Él, nos castiga porque blasfemamos contra Él y porque lo condenamos, y nos hace sentir que a Sus ojos somos inútiles, y que somos el Satanás viviente. Nuestras esperanzas se truncan; ya no nos atrevemos a hacerle ninguna demanda o intento irrazonable, y hasta nuestros sueños se desvanecen de la noche a la mañana. Este es un hecho que ninguno de nosotros se puede imaginar y que ninguno de nosotros puede aceptar. Por un momento, nuestras mentes se desequilibran y no sabemos cómo continuar en el camino que está por delante; no sabemos cómo continuar en nuestras creencias. Parece como si nuestra fe volviera a empezar desde cero, y como si nunca hubiéramos conocido al Señor Jesús y nunca nos hubiéramos familiarizado con Él. Todo lo que está delante de nuestros ojos nos deja perplejos y nos hace sentir como si estuviéramos a la deriva. Nos desmayamos, nos desilusionamos, y en lo profundo de nuestros corazones hay una ira y una vergüenza que no pueden ser suprimidas. Tratamos de desahogarnos, tratamos de encontrar una salida; es más, intentamos seguir esperando a nuestro Salvador Jesús y le derramamos nuestros corazones. Aunque hay veces en las que ni somos altivos ni humildes por fuera, en nuestros corazones nos aflige un sentimiento de pérdida como nunca antes. Aunque a veces podamos parecer inusualmente calmados por fuera, por dentro soportamos mares atronadores de tormento. Su juicio y Su castigo nos han despojado de todas nuestras esperanzas y sueños, nos han dejado sin nuestros deseos extravagantes, y reacios a creer que Él es nuestro Salvador y capaz de salvarnos. Su juicio y Su castigo han abierto un abismo profundo entre nosotros y Él, y nadie ni siquiera está dispuesto a cruzarlo. Su juicio y Su castigo son la primera vez que sufrimos un gran revés y una gran humillación. Su juicio y Su castigo nos han permitido apreciar realmente el honor de Dios y la intolerancia de la ofensa del hombre, comparado a lo cual somos demasiado viles e impuros. Su juicio y Su castigo nos han hecho darnos cuenta por primera vez qué arrogantes y pretenciosos somos, y cómo el hombre nunca será igual a Dios o estará a la par de Dios. Su juicio y Su castigo nos han hecho añorar no vivir más en semejante carácter corrupto, y nos han hecho anhelar deshacernos de semejante naturaleza y esencia tan pronto como sea posible, y que Él ya no nos deteste y ni le seamos repugnantes. Su juicio y Su castigo nos han hecho felices de obedecer Sus palabras y dejar de estar dispuestos a rebelarnos contra Sus órdenes y disposiciones. Su juicio y Su castigo nos han dado una vez más el deseo de buscar la vida, y nos han hecho felices de aceptarlo como nuestro Salvador… Hemos abandonado el trabajo de conquista, nos hemos salido del infierno, nos hemos salido del valle de sombra y de muerte… ¡Dios Todopoderoso nos ha ganado, a este grupo de personas! ¡Ha triunfado sobre Satanás y ha derrotado a todos Sus enemigos!

de ‘Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo’ en “La Palabra manifestada en carne”

No veréis que Dios tenga opiniones sobre las cosas parecidas a las de las personas ni tampoco le veréis usar los puntos de vista de los hombres, su conocimiento, su ciencia, su filosofía o la imaginación del hombre para gestionar las cosas. En su lugar, todo lo que Dios hace y todo lo que revela está relacionado con la verdad. Es decir, cada palabra que Él ha dicho y cada acción que ha llevado a cabo conciernen a la verdad. Esta verdad no es una fantasía sin base; Dios expresa esta verdad y estas palabras debido a Su esencia y Su vida. Como estas palabras y la esencia de todo lo que Dios ha hecho son la verdad, podemos afirmar que la esencia de Dios es santa. En otras palabras, todo lo que Dios dice y hace aporta vitalidad y luz a las personas; les permite ver cosas positivas y la realidad de las mismas, y le señala a la humanidad el camino de la luz para que pueda caminar por la senda correcta. Estas se determinan gracias a la esencia de Dios y debido a la esencia de Su santidad.

de ‘Dios mismo, el único V’ en “La Palabra manifestada en carne (Continuación)”

Él, que también vive en una tierra de inmundicia, no se ha contaminado en lo más mínimo con la inmundicia. Él vive en el mismo mundo inmundo que tú, pero posee razón y percepción; Él detesta la inmundicia. Tú mismo no puedes ver las cosas inmundas en tus propias palabras y acciones, pero Él sí puede; Él te las puede mostrar. Todas esas cosas viejas tuyas —tu falta de cultura, de percepción y de sentido, tu estilo de vida retrógrado— se han descubierto porque Él las ha manifestado ahora. Dios ha venido a la tierra para obrar de esta forma, de manera que las personas han visto Su santidad y Su carácter justo. Él te juzga, te castiga y hace que te entiendas a ti mismo. En ocasiones, tu naturaleza demoníaca aparece, y Él puede mostrártela. Él conoce la esencia de la humanidad como la palma de Su mano. Él vive como tú, come la misma comida que tú, vive en el mismo tipo de hogar que tú, pero sabe mucho más que tú. Sin embargo, lo que Él más odia son las filosofías de vida de la humanidad, su deshonestidad y su engaño. Él odia estas cosas y no está dispuesto a reconocerlas. Él odia particularmente las interacciones carnales de la humanidad. Aunque no entiende del todo parte del conocimiento general de las interacciones humanas, es plenamente consciente cuando las personas dejan al descubierto algo de su carácter corrupto. En Su obra, Él habla y enseña a las personas por medio de estas cosas que hay en ellas, las usa para juzgar a las personas, y revela Su carácter justo y santo. Así es como las personas se convierten en contrastes para Su obra. Sólo Dios encarnado puede revelar toda clase de caracteres corruptos de la humanidad y todos los rostros desagradables de Satanás. Él no te castiga, simplemente te haría como contraste de la santidad de Dios, y en ese momento no puedes mantenerte firme por ti mismo, porque eres demasiado inmundo. Él habla a través de esas cosas que las personas revelan, y las deja al descubierto de forma que las personas puedan saber lo santo que es Dios. Él ni siquiera dejará escapar la más mínima inmundicia en los humanos ni la más mínima idea inmunda en sus corazones, o palabras y acciones que no están en sintonía con Su voluntad. Por medio de Sus palabras, la inmundicia no permanecerá en ningún hombre ni en cosa alguna; quedará toda al descubierto. Sólo entonces ves que Él es realmente diferente de las personas. La más mínima inmundicia en la humanidad le repugna completamente. En ocasiones, las personas ni siquiera entienden, y preguntan: “¿Por qué estás siempre enojado? Dios, ¿por qué no eres considerado con las debilidades de la humanidad? ¿Por qué no tienes un poco de perdón para la humanidad? ¿Por qué eres tan desconsiderado con el hombre? Tú sabes lo corruptas que son las personas; ¿por qué sigues tratándolas así?” El pecado le repugna; Él odia el pecado. Cualquier rebeldía que pueda haber en ti le repugna particularmente. Cuando tú manifiestas un carácter rebelde Él se asquea a más no poder. Su carácter y Su ser pueden expresarse a través de estas cosas. Cuando lo comparas contigo mismo, verás que aunque Él come la misma comida, viste la misma ropa, y tiene los mismos disfrutes que las personas, aunque Él vive junto a la humanidad y con ella, Él no es lo mismo. ¿No es éste el significado exacto de ser un contraste? El gran poder de Dios se ha puesto de relieve por medio de estas cosas en las personas; la oscuridad es la que hace resaltar la valiosa existencia de la luz.

de ‘Cómo lleva fruto el segundo paso de la obra de conquista’ en “La Palabra manifestada en carne”

Él está muy consciente de la esencia del hombre; puede poner de manifiesto todas las clases de prácticas que pertenecen a todas las clases de personas. Incluso es mejor en poner de manifiesto el carácter corrupto y el comportamiento rebelde humanos. No vive entre las personas mundanas, pero está consciente de la naturaleza de los mortales y de todas las corrupciones de las personas mundanas. Eso es lo que Él es. Aunque no trata con el mundo, conoce las reglas para tratar con el mundo porque entiende completamente la naturaleza humana. Conoce acerca de la obra del Espíritu que los ojos del hombre no pueden ver y que los oídos del hombre no pueden escuchar, tanto del día de hoy como del pasado. Esto incluye una sabiduría que no es una filosofía de vida y una fascinación que a las personas les es difícil entender. Eso es lo que Él es, abierto a las personas pero también escondido de las personas. Lo que Él expresa no es lo que una persona extraordinaria es, sino los atributos y el ser inherente del Espíritu. No viaja alrededor del mundo pero sabe todo del mismo. Él se pone en contacto con los “antropoides” que no tienen ningún conocimiento o discernimiento, pero expresa palabras que son más elevadas que el conocimiento y que están por encima de los grandes hombres. Vive entre un grupo de personas torpes e insensibles que no tienen humanidad y que no entienden las convenciones humanas y las vidas, pero le puede pedir a la humanidad que viva una humanidad normal al mismo tiempo que pone de manifiesto la humanidad vil y baja de la humanidad. Todo esto es lo que Él es, más elevado que cualquier persona de carne y sangre. A Él no le es necesario experimentar una vida social complicada, engorrosa y sórdida para hacer la obra que tiene que hacer y revelar a fondo la esencia de la humanidad corrupta. La vida social sórdida no edifica Su carne. Su obra y palabras solo revelan la desobediencia del hombre y no le proporcionan al hombre la experiencia y las lecciones para tratar con el mundo. No tiene que investigar la sociedad o la familia del hombre cuando le da al hombre la vida. Exponer y juzgar al hombre no es una expresión de las experiencias de Su carne; es para poner de manifiesto la injusticia del hombre después de conocer por mucho tiempo la desobediencia del hombre y aborrecer la corrupción de la humanidad. Toda la obra que Él hace es para revelar Su carácter al hombre y expresar Su ser. Solo Él puede hacer esta obra; no es algo que una persona de carne y sangre pueda lograr. Con relación a Su obra, el hombre no puede decir qué clase de persona es Él. El hombre también es incapaz de clasificarlo como una persona creada sobre la base de Su obra. Lo que Él es, también lo incapacita para ser clasificado como una persona creada. El hombre solo lo puede considerar un no humano pero no sabe en qué categoría ponerlo, así que el hombre se ve obligado a listarlo en la categoría de Dios. Para el hombre no es irrazonable hacer esto porque Él ha hecho mucha obra entre las personas que el hombre no es capaz de hacer.

de ‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

Notas al pie:

a. El texto original dice “en cuanto a”.

 

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Escribir comentario

Comentarios: 0