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¿Las personas que cometen pecados y se confiesan repetidamente, pueden entrar al Reino de los Cielos?

Muchos hermanos y hermanas de la iglesia me preguntan: Asisto a la iglesia todas las semanas, leo la Biblia frecuentemente, y consagro y trabajo para el Señor. Pero vivo en un círculo de cometer y confesar mis pecados. Si continúo haciendo esto, ¿el Señor realmente me perdonará? ¿Cómo tratará a un pecador?

En relación con la actitud de Dios hacia un pecador, muchos hermanos y hermanas dirán, “¿en realidad preguntas esto? El Señor es compasivo y amoroso. No importa qué tan serios sean los pecados que cometamos, el Señor siempre nos perdonará y librará, y al final nos llevará al Reino de los Cielos para que estemos con Él en el paraíso”. También pensaba de la misma manera, porque debido a este punto de vista, no les prestaba atención a mis pecados e incluso los permití y les di rienda suelta. Pero más adelante, me iluminé después de que lo investigué en la Biblia y es por eso que lo comparto con ustedes.

Jesucristo dijo, “… En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). “Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que ha de consumir a los adversarios” (Hebreos 10:26-27). Estos versículos claramente dicen cuál es la actitud de Dios hacia los pecadores. Porque ante Sus ojos, todos los que pecan son esclavos del pecado y pertenecen a Satanás. Si no se arrepienten y cambian hasta el final, no podrán entrar en lo absoluto al Reino de Dios. Solo es en nuestra imaginación que Dios nos librará siempre de nuestros pecados y no importará qué tantos hayamos cometido, porque Él no los recordará. ¿Por qué digo esto? Porque todos tenemos una naturaleza pecaminosa y mucho carácter satánico. Por ejemplo, tendemos a ser arrogantes, engañosos, egoístas; somos codiciosos con el dinero y nos encanta la posición social, buscamos el placer carnal, nuestra conducta y nuestro comportamiento se basan en las perspectivas y los principios de Satanás, como “Cada uno por sí mismo y sálvese quien pueda”. “El hombre muere por dinero; el pájaro muero por los alimentos”. “El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo”. “Sé un oficial a miles de kilómetros de casa por comida y ropa”. Estos axiomas de Satanás están incrustados profundamente en nuestras mentes. Por lo tanto, nos guiamos y nos comportamos de acuerdo a estas perspectivas y principios erróneos y no podemos practicar la verdad, porque en el fondo aún pertenecemos a Satanás. Si no dejamos estos carácteres corruptos, al final seremos condenados por Dios.

Algunos hermanos y hermanas dicen, “Hemos creído en Dios por muchos años. Trabajamos muy duro para el Señor y fundamos muchas iglesias e incluso hemos sido encarcelados, ¿cómo nos podría abandonar?”

En relación a esta pregunta, hay algunas explicaciones sobre esto en la Biblia. Déjame leerlas para ti, “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mi, los que practicais la iniquidad’” (Mateo 7:21-23). Un libro espiritual dice, “Si no hay cambios en tu carácter personal, se debe a que tu punto de vista sobre la búsqueda es erróneo. Si no se te ha otorgado una recompensa, eso es problema tuyo; se debe a que tú mismo no has puesto en práctica la verdad y a que eres incapaz de cumplir el deseo de Dios. Nada es, pues, más importante que tus experiencias personales, ¡y nada es más crítico que tu entrada personal! Algunas personas acabarán diciendo: ‘He realizado muchas obras para Ti y aunque tal vez no hayan sido logros celebrados, de todos modos he sido diligente en mis esfuerzos. ¿No puedes sencillamente dejarme entrar al cielo para comer el fruto de la vida?’. Debes saber qué tipo de personas deseo; los impuros no tienen permitido entrar en el reino, no pueden mancillar el suelo santo. Aunque puedas haber realizado muchas obras y hayas obrado durante muchos años, si al final sigues siendo deplorablemente inmundo, ¡es intolerable para la ley del Cielo que desees entrar en Mi reino!” Debido a esos pasajes sabemos que Dios es santo y justo. Sin embargo, entrar al Reino de los Cielos no dependerá de qué tanto trabajemos o suframos, sino que se trata principalmente sobre si podemos cambiar o no en nuestro carácter, ser puros y seguir la voluntad de Dios. Si solo dependemos de nuestro entusiasmo para consagrar y trabajar duro para el Señor, pero aun así pecamos y nos oponemos contra Él frecuentemente, además de no obedecer Su camino, entonces seremos malos y no podremos entrar en el Reino de los Cielos. Seremos como los fariseos en esa época, ellos sirvieron a Jehová Dios en la iglesia durante toda la vida, viajaron por tierra y por mar predicando el evangelio y sufrieron mucho, pero aun así cometían pecados y se oponían a Dios frecuentemente: destrozaron las casas de las viudas, mataron a los profetas, violaron la ley y engañaron a Dios. Además, cuando el Señor Jesús vino a trabajar, se aferraron a sus ideas y se negaron a aceptar Su trabajo. Con el fin de mantener sus posiciones sociales, inventaron rumores, diciendo que Jesucristo expulsó a los demonios por el príncipe de los demonios e incluso lo blasfemaron, pero Jesucristo en lugar de perdonarlos gracias a su duro trabajo, los condenó.

En cuanto a nosotros, aunque hayamos consagrado y trabajado mucho, tenemos nuestros motivos ocultos y es que solo queremos trabajar para el Señor a cambio de un destino hermoso, las bendiciones de entrar al Reino de los Cielos y una corona. Este tipo de sacrificios implican una naturaleza engañosa y es hacer un trato con el Señor. Cuando tenemos éxito en el trabajo para el Señor nos consideramos alguien, menospreciamos a los demás y nos volvemos terriblemente arrogantes. Cuando nos encarcelamos por el Señor, pensamos que lo amamos más que a otros; así que alardeamos por todas partes que hemos sido testigos del Señor, atrayendo a nuestros hermanos y hermanas a nuestra presencia y tomar el lugar de Dios para hacer que las personas nos veneren y admiren. Cuando la obra de Dios no se adapta a nuestros concepciones, lo negamos, lo juzgamos y nos oponemos contra Él. … entonces podremos observar que, si nuestro carácter satánico no ha cambiado es porque aún podemos cometer pecados para oponernos y traicionar a Dios, por lo tanto, seguiremos siendo Sus enemigos. Solo cuando lo sigamos genuinamente, nos deshagamos de nuestra corrupción y no creamos en Dios de acuerdo a nuestro carácter satánico y concepción, y vivamos con la palabra de Dios, y lo obedezcamos verdaderamente en todo, seremos aceptados y entraremos en Su reino.

Ahora sabemos cómo es la actitud de Dios hacia los pecadores; en otras palabras, sabemos cómo Dios nos tratará. Así que, de ahora en adelante, debemos seguir siendo puros porque solo de esta manera podremos ser bendecidos por Dios, entraremos al Reino de los Cielos y recibiremos un destino maravilloso. Por lo tanto, ¿cómo podemos dejar nuestros pecados? ¿Dónde podemos encontrar una manera? Te recomiendo esta película: “El momento de la transformación”.

 

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

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