570. La esencia de Dios no existe únicamente para que el hombre crea en ella, sino para que, asimismo, la ame. Sin embargo, muchos de aquellos que creen en Dios son incapaces de descubrir este “secreto”. La gente no se atreve a amar a Dios ni procura amarlo. Nunca ha descubierto que Dios tiene muchísimas cosas que lo hacen digno de ser amado; nunca han descubierto que Dios es el Dios que ama al hombre y el Dios que tiene el hombre para amar. La hermosura de Dios se manifiesta en Su obra: solo cuando experimente Su obra podrá descubrir la gente Su hermosura; solo con sus experiencias reales podrá apreciar la hermosura de Dios y nadie puede descubrirla sin observarla en la vida real. Dios tiene muchísimas cosas que lo hacen digno de amor, pero la gente no puede descubrirlo si no llega a relacionarse con Él. En otras palabras, si Dios no se hiciera carne, la gente no podría relacionarse realmente con Él y, en tal caso, tampoco podría experimentar Su obra, por lo que su amor por Él se contaminaría con muchas mentiras y fantasías. Su amor por el Dios del cielo no es tan auténtico como el que siente por el Dios de la tierra, pues su conocimiento del Dios del cielo se basa en sus fantasías, más que en lo que haya visto con sus propios ojos y en lo que haya experimentado personalmente. Cuando Dios viene a la tierra, la gente puede contemplar Sus actos propiamente dichos y Su hermosura, así como todo lo que hay en Su carácter práctico y normal, lo cual es miles de veces más auténtico que el conocimiento del Dios del cielo. Pese a lo mucho que la gente ame al Dios del cielo, este amor no tiene nada de auténtico y está lleno de ideas humanas. Por poco que ame al Dios de la tierra, este amor es auténtico y sigue siéndolo aunque solamente lo ame un poco. Dios hace que la gente lo conozca por medio de Su verdadera obra y se gana su amor mediante este conocimiento; igual que Pedro, que, si no hubiera vivido con Jesús, no habría podido adorarlo. Así pues, su lealtad a Jesús se basó en su relación con Él. Para que el hombre lo ame, Dios ha venido a vivir entre los hombres y Su realidad es todo cuanto Él hace que el hombre vea y experimente.
Extracto de ‘Quienes aman a Dios vivirán por siempre en Su luz’ en “La Palabra manifestada en carne”
571. Ninguna lección es más profunda que la de amar a Dios, y puede decirse que la lección que las personas aprenden de una vida de creencia es cómo amar a Dios. Es decir, si crees en Dios debes amarlo. Si sólo crees en Él pero no lo amas, no has alcanzado el conocimiento de Él, y nunca lo has amado con un amor verdadero que procede de tu corazón, entonces tu creencia en Él es fútil; si, en tu creencia en Dios, no lo amas, vives en vano, y tu vida al completo es la más inferior de todas. Si, a lo largo de toda tu vida, nunca has amado o satisfecho a Dios, ¿cuál es, pues, el sentido de que vivas? ¿Y cuál es el sentido de tu creencia en Dios? ¿No es esto un esfuerzo desperdiciado? Es decir, si las personas van a creer y a amar a Dios, deben pagar un precio. En lugar de actuar de una determinada forma externamente, deberían buscar la verdadera percepción en lo profundo de sus corazones. Si te entusiasma cantar y bailar, pero eres incapaz de poner en práctica la verdad, ¿podría decirse de ti que amas a Dios? Amar a Dios requiere buscar Su voluntad en todas las cosas, que explores en lo profundo de tu ser cuando te ocurra algo y trates de comprender la voluntad de Dios, que procures ver cuál voluntad de Dios está en el asunto, qué pide Él que consigas y cómo debes ser consciente de Su voluntad. Por ejemplo: ocurre algo que requiere que soportes dificultades, momento en el cual debes entender cuál es la voluntad de Dios y cómo debes ser consciente de Su voluntad. No debes satisfacerte a ti mismo: primero ponte a un lado. Nada es más abyecto que la carne. Debes buscar satisfacer a Dios y cumplir con tu deber. Con tales pensamientos, Dios te traerá un esclarecimiento especial en este asunto, y tu corazón también encontrará alivio.
Extracto de ‘Solo amar a Dios es realmente creer en Él’ en “La Palabra manifestada en carne”
572. Lo que se conoce como “amor” se refiere a una emoción que es pura y sin mancha, en la que usas tu corazón para amar, sentir y ser considerado. En el amor no hay condiciones, no hay barreras ni distancia. En el amor no hay sospecha, engaño ni malicia. En el amor no hay trueque ni nada impuro. Si amas, no engañarás, protestarás, traicionarás, rebelarás, exigirás, ni pretenderás recibir alguna cosa o cantidad. Si amas, te dedicarás sin dudarlo y sufrirás dificultades sin pensarlo dos veces, serás compatible conmigo, dejarás todo lo que tienes por Mí, abandonarás a tu familia, tu futuro, tu juventud y tu matrimonio. De lo contrario, tu amor no sería amor en absoluto, ¡sino engaño y traición! ¿Qué tipo de amor es el tuyo? ¿Es un amor verdadero? ¿O falso? ¿Cuánto has sacrificado? ¿Cuánto has ofrecido? ¿Cuánto amor he recibido de ti? ¿Lo sabes? Vuestros corazones están llenos de maldad, traición y engaño, así que ¿cuánto de tu amor es impuro? Pensáis que habéis sacrificado lo suficiente por Mí; pensáis que vuestro amor por Mí ya es suficiente. Entonces ¿por qué vuestras palabras y acciones son siempre engañosas y rebeldes? Me seguís, pero no reconocéis Mi palabra. ¿Se considera esto amor? Me seguís, pero después me abandonáis. ¿Se considera esto amor? Me seguís, pero desconfiáis de Mí. ¿Se considera esto amor? Me seguís, pero no podéis aceptar Mi existencia. ¿Se considera esto amor? Me seguís, pero no me tratáis como deberíais tratarme por ser quien soy, y complicáis las cosas para Mí en toda ocasión. ¿Se considera esto amor? Me seguís, pero intentáis burlaros de Mí y engañarme en todo. ¿Se considera esto amor? Me servís, pero no me teméis. ¿Se considera esto amor? Os oponéis a Mí en todos los sentidos y en todas las cosas. ¿Se considera todo esto amor? Habéis dedicado mucho, es cierto, pero nunca habéis hecho lo que os exijo. ¿Se puede considerar esto amor? Está bastante claro que en vosotros no hay ni rastro de amor por Mí. Después de muchos años de obrar y de todas las palabras que os he suministrado, ¿cuánto habéis realmente obtenido? ¿Acaso no vale la pena que intentéis recordarlo detenidamente?
Extracto de ‘Muchos son llamados, pero pocos son escogidos’ en “La Palabra manifestada en carne”
573. ¿Qué es lo que el hombre ha logrado desde que empezó a creer en Dios? ¿Qué has llegado a conocer acerca de Él? ¿Cuánto has cambiado debido a tu creencia en Él? Actualmente, todos sabéis que la creencia del hombre en Dios no es sólo para la salvación del alma y el bienestar de la carne ni para enriquecer su vida a través del amor de Dios, y así sucesivamente. Hoy por hoy, si amas a Dios por el bienestar de la carne o el placer momentáneo, aunque al final tu amor por Él alcance su plenitud y no pidas nada más, este amor que buscas sigue estando adulterado y no es agradable a Dios. Aquellos que usan su amor por Dios para enriquecer su existencia apagada y llenar un vacío en su corazón son los que ambicionan vivir en la comodidad, no quienes buscan sinceramente amar a Dios. Este tipo de amor es forzado, persigue la gratificación mental, y Dios no lo necesita. ¿Qué clase de amor es entonces el tuyo? ¿Para qué amas a Dios? ¿Cuánto amor verdadero existe dentro tuyo por Él ahora? El amor de la mayoría de vosotros es como el mencionado anteriormente. Esta clase de amor sólo puede mantener su situación actual; no puede alcanzar la inmutabilidad, ni arraigarse en el hombre. Este tipo de amor es sólo como una flor que florece y se seca sin dar frutos. En otras palabras, después de que hayas amado a Dios una vez de esa forma, si no hay nadie que te guíe en la senda que tienes por delante, caerás. Si sólo puedes amar a Dios en la época de amar a Dios pero posteriormente tu carácter de vida permanece sin cambios, entonces seguirás siendo incapaz de escapar de la influencia de las tinieblas, y seguirás sin poder librarte de las ataduras y los engaños de Satanás. Ningún hombre así puede ser ganado plenamente por Dios; al final, su espíritu, alma y cuerpo seguirán perteneciendo a Satanás. No puede haber dudas acerca de esto. Todos aquellos a los que Dios no puede ganar de un modo total volverán a su lugar original, esto es, de regreso a Satanás, y descenderán al lago de fuego y azufre para aceptar el siguiente paso del castigo de Dios. Los ganados por Él son los que se rebelan contra Satanás y escapan de su campo de acción. Ellos serán contados oficialmente entre el pueblo del reino. Así es como llegan a ser las personas del reino. ¿Estás dispuesto a convertirte en esta clase de persona? ¿Estás dispuesto a ser ganado por Dios? ¿Estás dispuesto a escapar del campo de acción de Satanás y volver a Dios? ¿Perteneces ahora a Satanás o formas parte del pueblo del reino?
Extracto de ‘Qué punto de vista deberían tener los creyentes’ en “La Palabra manifestada en carne”
574. El hombre siempre ha vivido bajo la cubierta de la influencia de las tinieblas, encadenado sin libertad por la influencia de Satanás, incapaz de escapar, y su carácter, después de que Satanás lo haya procesado, se vuelve cada vez más corrupto. Se puede decir que el hombre ha vivido constantemente entre su carácter satánico corrupto y es incapaz de amar sinceramente a Dios. Así pues, si quiere amar a Dios, debe despojarse de su santurronería, prepotencia, arrogancia, engreimiento, y todas esas cosas que pertenecen al carácter de Satanás. Si no, su amor es impuro, un amor satánico que no puede recibir en absoluto la aprobación de Dios. Si el Espíritu Santo no perfecciona, trata, quebranta, poda, disciplina, castiga y refina directamente al hombre, nadie puede amar sinceramente a Dios.
Extracto de ‘El hombre corrupto no es capaz de representar a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
575. Cuando las personas se ponen en contacto con Dios con el corazón, cuando su corazón es capaz de volverse a Él por entero, este es el primer paso en el amor del hombre hacia Dios. Si quieres amarlo, primero debes ser capaz de volver tu corazón a Él. ¿Qué es volver tu corazón a Dios? Es cuando todo lo que buscas en tu corazón es en aras de amar y ganar a Dios. Esto muestra que has vuelto por completo tu corazón a Dios. Aparte de Él y de Sus palabras, no hay casi nada más en tu corazón (familia, riqueza, esposo, esposa, hijos, etcétera). Aunque las haya, estas cosas no pueden ocupar tu corazón, y no piensas en tus planes futuros, sino que sólo buscas amar a Dios. En ese momento habrás vuelto por completo tu corazón a Dios. Supongamos que sigues haciendo planes para ti mismo en tu corazón y siempre estás buscando el beneficio personal, pensando siempre: “¿Cuándo puedo hacer una pequeña petición a Dios? ¿Cuándo será rica mi familia? ¿Cómo puedo conseguir buena ropa?…”. Si estás viviendo en ese estado, esto demuestra que tu corazón no se ha vuelto del todo a Dios. Si sólo tienes Sus palabras en tu corazón y eres capaz de orar a Dios y de acercarte a Él en todo momento —como si Él estuviera muy cerca de ti, como si estuviera en ti y tú en Él— si estás en esa clase de estado, significa que tu corazón está en presencia de Dios. Si oras a Dios, y comes y bebes de Sus palabras cada día, siempre estás pensando en la obra de la iglesia y si muestras consideración por la voluntad de Dios, usas tu corazón para amarlo genuinamente y satisfacer Su corazón, entonces tu corazón pertenecerá a Dios. Si tu corazón está ocupado por numerosas otras cosas, entonces sigue ocupado por Satanás y no se ha vuelto sinceramente a Dios. Cuando el corazón de las personas se ha vuelto hacia Dios con sinceridad, ellas tendrán un amor genuino, espontáneo por Él, y serán capaces de considerar la obra de Dios. Aunque puedan tener todavía momentos necios e irracionales, muestran preocupación por los intereses de la casa de Dios, por Su obra, y su propio cambio de carácter y las intenciones de su corazón son buenas.
Extracto de ‘El amor genuino por Dios es espontáneo’ en “La Palabra manifestada en carne”
576. En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre las personas, como nacidas de disposiciones humanas, o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra, y todo lo que acontece, es una apuesta hecha por Satanás delante de Dios, y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de la escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres, y la interferencia de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla. […] Todo lo que las personas hacen requiere que paguen un determinado precio en sus esfuerzos. Sin dificultades reales no pueden satisfacer a Dios; ni siquiera se acercan a ello, ¡y sólo están repitiendo eslóganes vacíos! ¿Pueden estos eslóganes vacíos satisfacer a Dios? Cuando Él y Satanás luchan en el ámbito espiritual, ¿cómo deberías satisfacer a Dios? ¿Y cómo deberías mantenerte firme en tu testimonio de Él? Deberías saber que todo lo que te ocurre es una gran prueba y el momento en que Dios necesita que des testimonio. Aunque parezcan no ser importantes desde fuera, cuando estas cosas ocurren muestran si amas o no a Dios. Si lo haces, serás capaz de mantenerte firme en tu testimonio de Él, y si no has puesto en práctica el amor a Dios, esto muestra que no eres alguien que pone en práctica la verdad, que no la tienes ni tienes vida, ¡que eres paja! Todo lo que acontece a las personas tiene lugar cuando Dios necesita que se mantengan firmes en su testimonio de Él. Aunque no ocurre nada importante por el momento, y no das un gran testimonio, cada detalle de tu vida diaria tiene relación con el testimonio de Dios. Si puedes obtener la admiración de los hermanos y hermanas, tus familiares, y todos a tu alrededor; si un día llegan los incrédulos, y admiran todo lo que haces, y ven que todo lo que Dios hace es maravilloso, habrás dado testimonio. Aunque no tienes percepción y tu calibre es pobre, por medio de tu perfeccionamiento por parte de Dios, puedes satisfacerlo y ser consciente de Su voluntad, lo cual muestra a otros la gran obra que Él ha hecho en personas del calibre más pobre. Cuando las personas llegan a conocer a Dios y se vuelven vencedores delante de Satanás y leales a Dios en una gran medida, nadie tiene más agallas que este grupo de personas, y este es el más grande testimonio. Aunque eres incapaz de hacer una gran obra, puedes satisfacer a Dios. Otros no pueden poner a un lado sus nociones, pero tú sí; otros no pueden dar testimonio de Dios durante sus experiencias reales, pero tú puedes usar tu estatura y tus acciones reales para retribuirle por Su amor y dar un testimonio rotundo de Él. Sólo esto puede considerarse amar realmente a Dios.
Extracto de ‘Solo amar a Dios es realmente creer en Él’ en “La Palabra manifestada en carne”
577. Cuanto más pones en práctica la verdad, más poseedor eres de ella; cuanto más pones en práctica la verdad, más poseedor eres del amor de Dios; y cuanto más pones en práctica la verdad, más te bendice Él. Si siempre practicas de esta manera, el amor de Dios por ti te irá permitiendo ver, tal como Pedro llegó a conocer a Dios: Pedro dijo que Dios no solo tiene sabiduría para crear los cielos, la tierra y todas las cosas, sino que, además, tiene sabiduría para llevar a cabo una obra real en las personas. Pedro dijo que Dios no solo es digno del amor de la gente por haber creado los cielos, la tierra y todas las cosas, sino, asimismo, por Su capacidad de crear al hombre, salvarlo, perfeccionarlo y legarle Su amor. Pedro también afirmó que Dios tiene muchas cosas que lo hacen digno del amor del hombre. Le dijo a Jesús: “¿Es la creación de los cielos, la tierra y todas las cosas el único motivo por el que mereces el amor de la gente? Tienes más cosas dignas de amor. Actúas y te mueves en la vida real, Tu Espíritu me conmueve por dentro, me disciplinas, me reprendes… Estas cosas son incluso más dignas del amor de la gente”. Si deseas ver y experimentar el amor de Dios, debes ahondar y buscar en la vida real y estar dispuesto a dejar de lado tu propia carne. Debes tomar esta determinación. Debes ser una persona decidida y capaz de satisfacer en todo a Dios, sin pereza y sin codiciar el goce carnal ni vivir para la carne, sino para Dios. Puede que no satisfagas a Dios en algunos momentos. Eso te pasa por no entender la voluntad de Dios; la próxima vez, aunque te suponga un mayor esfuerzo, deberás satisfacerlo a Él, no A la carne. Con esta experiencia habrás llegado a conocer a Dios. Comprobarás que Dios puede crear los cielos, la tierra y todas las cosas y que se ha hecho carne para que la gente realmente pueda contemplarlo y relacionarse con Él; comprobarás que puede caminar en medio de los hombres y que Su Espíritu puede perfeccionar a las personas en la vida real para que contemplen Su hermosura y experimenten Su disciplina, Su castigo y Sus bendiciones. Si esa es siempre tu vivencia, en la vida real serás inseparable de Dios, y si un día tu relación con Él deja de ser la adecuada, podrás ser reprendido y tener remordimientos. Cuando tengas una relación adecuada con Dios, jamás desearás abandonarlo, y si un día Él dice que te va a abandonar, tendrás miedo y dirás que preferirás morir a que te abandone. Tan pronto como tengas estas emociones te sentirás incapaz de abandonar a Dios y, de este modo, tendrás una base y gozarás verdaderamente del amor de Dios.
Extracto de ‘Quienes aman a Dios vivirán por siempre en Su luz’ en “La Palabra manifestada en carne”
578. ¿Cuánto amas a Dios el día de hoy? ¿Y cuánto sabes de todo lo que Él ha hecho en ti? Esto es lo que debes aprender. Cuando Dios llegue a la tierra, todo lo que Él ha hecho en el hombre y le ha permitido al hombre ver es para que el hombre lo ame y lo conozca realmente. Que el hombre pueda sufrir por Dios y que haya podido llegar hasta aquí se debe, en un sentido, al amor de Dios y, en el otro, a la salvación de Dios; además, se debe a la obra del juicio y del castigo que Dios ha llevado a cabo en el hombre. Si no tenéis el juicio, el castigo y las pruebas de Dios, y si Dios no os ha hecho sufrir, entonces, con toda franqueza, vosotros no amáis sinceramente a Dios. Cuanto mayor sea la obra que Dios hace en el hombre, y cuanto mayor sea el sufrimiento del hombre, más evidente es cuán significativa es la obra de Dios y más puede el corazón del hombre amar a Dios sinceramente. ¿Cómo aprendéis cómo amar a Dios? Sin la tribulación ni el refinamiento, sin las pruebas dolorosas, y si, aparte de esto, todo lo que Dios le diera al hombre fuera la gracia, el amor y la misericordia, ¿serías capaz de alcanzar el punto de amar a Dios de verdad? Por un lado, durante las pruebas que Dios permite, el hombre llega a conocer sus deficiencias y ve que es insignificante, despreciable y vil, que no tiene nada y que no es nada; por el otro, durante Sus pruebas Dios crea para el hombre entornos diferentes que hacen que el hombre pueda experimentar más la hermosura de Dios. Aunque el dolor es grande y a veces insuperable, incluso al alcanzar el nivel de un dolor abrumador, después de haberlo experimentado, el hombre ve qué preciosa es la obra de Dios en él y solo sobre este fundamento nace en el hombre el amor verdadero por Dios. Hoy el hombre ve que únicamente con la gracia, el amor y la misericordia de Dios no es capaz de conocerse a sí mismo verdaderamente y mucho menos puede conocer la esencia del hombre. Solo por medio del refinamiento y del juicio de Dios, y durante el proceso de refinamiento mismo puede el hombre conocer sus deficiencias y saber que no tiene nada. De esta manera, el amor del hombre por Dios se construye sobre el fundamento del refinamiento y el juicio de Dios.
Extracto de ‘Sólo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer el encanto de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
579. En la actualidad la mayoría de las personas no tienen ese conocimiento. Creen que sufrir no tiene valor, el mundo reniega de ellas, su vida familiar es problemática, Dios no las ama y sus perspectivas son sombrías. El sufrimiento de ciertas personas alcanza un extremo y sus pensamientos se vuelven a la muerte. Este no es el verdadero amor hacia Dios; ¡esas personas son cobardes, no perseveran, son débiles e impotentes! Dios está ansioso de que el hombre lo ame pero cuanto más ame el hombre a Dios, mayor es su sufrimiento, y cuanto más el hombre lo ame, mayores sus pruebas. Si tú lo amas, entonces todo tipo de sufrimiento te acontecerá, y si no, entonces tal vez todo marchará sin problemas para ti y a tu alrededor todo estará tranquilo. Cuando amas a Dios, vas a sentir que mucho de lo que hay a tu alrededor es insuperable, y como tu estatura es muy pequeña, vas a ser refinado, y más aún, incapaz de satisfacer a Dios; vas a sentir que la voluntad de Dios es muy elevada, que está más allá del alcance del hombre. Por todo esto vas a ser refinado, porque hay mucha debilidad dentro de ti y mucho que no puede satisfacer la voluntad de Dios, vas a ser refinado en el interior. Sin embargo vosotros debéis ver con claridad que la purificación sólo se logra a través del refinamiento. Por lo tanto, durante estos últimos días debéis dar testimonio de Dios. No importa qué tan grande sea vuestro sufrimiento, debéis caminar hasta el final, e incluso hasta vuestro último suspiro, debéis seguir siendo fieles a Dios y debéis seguir estando a merced de Dios; sólo esto es amar verdaderamente a Dios, y sólo esto es el testimonio fuerte y rotundo. Cuando seas tentado por Satanás, debes decir: “Mi corazón le pertenece a Dios y Dios ya me ganó. No te puedo complacer, debo consagrar mi todo para complacer a Dios”. Cuanto más complazcas a Dios, más Dios te bendice y mayor es la fuerza de tu amor por Dios; así que, también, vas a tener fe y determinación y vas a sentir que nada es más valioso o significativo que una vida que se dedica en amar a Dios. Se puede decir que el hombre sólo tiene que amar a Dios para no tener dolor. Aunque hay veces que tu carne es débil y muchos problemas prácticos te mortifican, durante estos momentos realmente dependes de Dios y dentro de tu espíritu vas a ser consolado y vas a sentir seguridad y que tienes algo en lo que depender. De esta manera vas a poder vencer muchos entornos y, por lo tanto, no te quejarás de Dios por la angustia que sufres. Por el contrario, querrás cantar, bailar y orar, congregarte y tener comunión, reflexionar sobre Dios, y vas a sentir que todas las personas, asuntos y cosas a tu alrededor, que Dios organiza, son adecuadas. Si no amas a Dios, todo lo que consideres te será fastidioso y nada será agradable a tus ojos; en tu espíritu no vas a ser libre sino oprimido, tu corazón siempre se quejará de Dios, y siempre vas a sentir que sufres demasiado tormento y que eso es muy injusto. Si no buscas por el bien de la felicidad sino con el fin de complacer a Dios y de que Satanás no te acuse, entonces esa búsqueda te dará una gran fuerza para amar a Dios. El hombre es capaz de llevar a cabo todo lo que Dios dice, y todo lo que hace puede complacer a Dios, esto es lo que quiere decir que la realidad lo posee. Buscar la complacencia de Dios es usar tu amor por Dios para poner en práctica Sus palabras; independientemente del tiempo, incluso cuando los demás no tengan fuerza, dentro de ti todavía hay un corazón que ama a Dios, que anhela profundamente y extraña a Dios. Esta es la estatura real.
Extracto de ‘Sólo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer el encanto de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
580. Es durante el amargo refinamiento que el hombre puede más fácilmente caer bajo la influencia de Satanás, así que, ¿cómo debes amar a Dios durante tal refinamiento? Debes armarte de tu determinación, poner tu corazón delante de Dios y consagrar lo último de tu tiempo a Él. No importa cómo te refine Dios, debes ser capaz de poner la verdad en práctica para satisfacer la voluntad de Dios y asumir la responsabilidad de buscar a Dios y buscar la comunión. En momentos como estos, entre más pasivo seas, más negativo te volverás y más fácil te será retroceder. Cuando sea necesario que cumplas tu función, aunque no la cumplas bien, haces todo lo que puedes y lo haces usando nada más que tu amor por Dios; independientemente de lo que los demás digan —si dicen que has hecho bien o que has hecho mal— tus intenciones son correctas y no eres un santurrón, ya que estás actuando en nombre de Dios. Cuando los demás te malinterpreten puedes orar a Dios y decirle: “¡Oh, Dios! No pido que los demás me toleren ni que me traten bien ni que me entiendan o me aprueben. Solo pido que pueda amarte en mi corazón, que esté en paz en mi corazón y que mi conciencia esté tranquila. No pido que los demás me elogien o me tengan en alta estima; sólo busco satisfacerte de corazón; cumplo mi función haciendo todo lo que puedo y aunque soy tonto, estúpido, de un pobre calibre y ciego, sé que Tú eres maravilloso y estoy dispuesto a consagrarte todo lo que tengo”. Tan pronto como oras de esta manera, tu amor por Dios brota y sientes mucho más alivio en tu corazón. Esto es lo que significa practicar el amor a Dios.
Extracto de ‘Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor’ en “La Palabra manifestada en carne”
581. ¿Cómo debe el hombre amar a Dios durante el refinamiento? Usando la determinación de amar a Dios para aceptar Su refinamiento: Durante el refinamiento, en tu interior estás atormentado, como si a un cuchillo le estuvieran dando vueltas en tu corazón, sin embargo, estás dispuesto a satisfacer a Dios usando tu corazón que lo ama, y no estás dispuesto a preocuparte por la carne. Esto es lo que significa practicar el amor por Dios. Te duele por dentro y tu sufrimiento ha alcanzado cierto punto, sin embargo todavía estás dispuesto a presentarte delante de Dios y orar diciendo, “¡Oh Dios! No te puedo dejar. Aunque en mi interior hay oscuridad, quiero satisfacerte; Tú conoces mi corazón y me gustaría que forjaras más de Tu amor en mí”. Esta es la práctica durante el refinamiento. Si usas el amor por Dios como el fundamento, el refinamiento te puede llevar más cerca de Dios y puede hacer que tengas más intimidad con Dios. Como crees en Dios, debes entregar tu corazón delante de Dios. Si ofreces y pones tu corazón delante de Dios, entonces durante el refinamiento va a ser imposible que niegues a Dios o que dejes a Dios. De esta manera tu relación con Dios se hará todavía más cercana y más normal y tu comunión con Dios se hará aún más frecuente. Si siempre practicas de esta manera, entonces vas a pasar más tiempo a la luz de Dios y más tiempo bajo la guía de Sus palabras. También habrá más y más cambios en tu carácter y tu conocimiento aumentará día tras día. Cuando el día venga en que las pruebas de Dios de repente caigan sobre ti, no sólo podrás permanecer al lado de Dios sino que también podrás dar testimonio de Dios. En ese momento vas a ser como Job, y como Pedro. Después de haber dado testimonio de Dios, en verdad lo vas a amar y con gusto vas a dar tu vida por Él; vas a ser testigo de Dios y alguien a quien Dios ama. El amor que ha experimentado el refinamiento es fuerte, no débil. Independientemente de cuándo o cómo Dios te someta a Sus pruebas, puedes dejar tu preocupación por si vives o mueres, con gusto desechas todo por Dios y todo lo aguantas contento por Dios, de esta manera tu amor será puro y tu fe real. Sólo entonces serás alguien a quien Dios verdaderamente ama y a quien Dios verdaderamente ha perfeccionado.
Extracto de ‘Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor’ en “La Palabra manifestada en carne”
582. Dios castiga y juzga al hombre porque Su obra así lo exige y, más aún, porque el hombre lo necesita. El hombre necesita ser castigado y juzgado porque solo entonces puede alcanzar el amor a Dios. Hoy habéis sido completamente convencidos, pero cuando os encontréis con el menor contratiempo estaréis en problemas; vuestra estatura todavía es demasiado pequeña, y todavía necesitáis experimentar más de este tipo de castigo y juicio con el fin de adquirir un conocimiento más profundo. Hoy tenéis alguna reverencia por Dios, y teméis a Dios, y sabéis que Él es el Dios verdadero, pero no tenéis un gran amor por Él, y mucho menos habéis alcanzado un amor puro; vuestro conocimiento es demasiado superficial, y vuestra estatura todavía es insuficiente. Cuando realmente os enfrentéis con un entorno, todavía no habréis dado testimonio; muy poco de vuestra entrada será proactiva y no tendréis idea de cómo practicar. La mayoría de las personas son pasivas e inactivas; sólo aman a Dios en secreto en sus corazones, pero no tienen un camino de práctica ni tampoco son claras en cuanto a cuáles son sus metas. Los que han sido perfeccionados no solo poseen una humanidad normal, sino que son poseídos por verdades que exceden las medidas de la conciencia y que son más elevadas que los estándares de la conciencia; no solo usan su conciencia para retribuir el amor de Dios, sino que, más que eso, han conocido a Dios y han visto que Dios es amoroso y digno del amor del hombre, ¡y que hay tanto que amar en Dios que el hombre no puede evitar amarlo! El amor por Dios que tienen los que han sido perfeccionados es con el fin de cumplir sus propias aspiraciones personales. El suyo es un amor espontáneo, un amor que no es una transacción, pero que no es un trueque. Aman a Dios por ninguna otra razón que para conocerlo. A esas personas no les importa si Dios otorga gracias sobre ellos, y están contentas sólo con satisfacer a Dios. No regatean con Dios ni tampoco miden su amor por Dios por la conciencia: “Tú me has dado a mí, así que a cambio yo te amo a Ti; si Tú no me das, entonces no tengo nada que darte a cambio”. Los que han sido perfeccionados siempre creen: “Dios es el Creador, y Él lleva a cabo Su obra en nosotros. Ya que tengo esta oportunidad, condición y cualificación para poder ser perfeccionado, mi búsqueda debe ser vivir una vida que tenga sentido, y debo satisfacerlo a Él”.
Extracto de ‘Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio’ en “La Palabra manifestada en carne”
583. Durante su vida Pedro experimentó el refinamiento cientos de veces y pasó por muchos sufrimientos dolorosos. Este refinamiento se convirtió en el fundamento de su amor supremo por Dios y en la experiencia más significativa de toda su vida. Que pudiera tener un amor supremo por Dios se debió, en un sentido, a su determinación de amar a Dios; más importante aún, sin embargo, se debió al refinamiento y al sufrimiento por el que pasó. Este sufrimiento se convirtió en su guía en el camino de amar a Dios y en la cosa más memorable para él. Si las personas no pasan por el dolor del refinamiento cuando aman a Dios, entonces su amor está lleno de impurezas y de sus propias preferencias; amor como este está lleno de las ideas de Satanás y es fundamentalmente incapaz de satisfacer la voluntad de Dios. Tener la determinación de amar a Dios no es lo mismo que amar verdaderamente a Dios. Aunque todo lo que piensen en sus corazones sea por el bien de amar y satisfacer a Dios, y aunque sus pensamientos parezcan estar dedicados completamente a Dios y carezcan de toda idea humana, si sus pensamientos son llevados delante de Dios, Él no los elogia ni los bendice. Incluso cuando las personas han comprendido plenamente todas las verdades, cuando han llegado a conocerlas todas, no se puede decir que esto sea una señal de que aman a Dios, no se puede decir que estas personas realmente aman a Dios. A pesar de haber entendido muchas verdades sin pasar por el refinamiento, las personas son incapaces de poner estas verdades en práctica; sólo durante el refinamiento las personas pueden entender el verdadero significado de estas verdades, sólo entonces pueden las personas genuinamente apreciar su significado interno. En ese momento, cuando lo vuelven a intentar, pueden poner en práctica las verdades de manera correcta y de acuerdo con la voluntad de Dios; en ese momento, sus ideas humanas menguan, su corrupción humana se reduce y sus emociones humanas disminuyen; sólo en ese momento su práctica es una verdadera manifestación del amor a Dios. El efecto de la verdad del amor a Dios no se logra a través del conocimiento hablado o de la buena disposición mental, ni tampoco se puede lograr solo al entender esa verdad. Se requiere que las personas paguen un precio, que pasen por mucha amargura durante el refinamiento y sólo entonces su amor se volverá puro y conforme al propio corazón de Dios.
Extracto de ‘Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor’ en “La Palabra manifestada en carne”
584. Cerca del final de su vida, después de haber sido perfeccionado, Pedro dijo: “¡Oh Dios! Si viviera unos cuantos años, me gustaría alcanzar un amor más puro y más profundo por Ti”. Cuando estaba a punto de ser clavado en la cruz, en su corazón oró: “¡Oh Dios! Tu tiempo ha llegado ahora; el tiempo que Tú preparaste para mí ha llegado. Debo ser crucificado por Ti, debo dar testimonio de Ti, y espero que mi amor pueda satisfacer Tus exigencias y que se pueda hacer más puro. Para mí hoy, poder morir por Ti y ser clavado en la cruz por Ti, es consolador y tranquilo, porque nada me es más grato que poder ser crucificado por Ti y satisfacer Tus deseos, y poder darme a Ti, poder ofrecerte mi vida. ¡Oh Dios! ¡Eres tan amoroso! Si me permitieras vivir, estaría aún más dispuesto a amarte. Mientras esté vivo, te amaré. Quisiera amarte con mayor profundidad. Me juzgas y me castigas y me pruebas porque no soy justo, porque he pecado. Y Tu justo carácter se me hace más evidente. Esto es una bendición para mí porque puedo amarte con mayor profundidad, y estoy dispuesto a amarte de esta manera incluso si Tú no me amaras. Estoy dispuesto a contemplar Tu justo carácter porque esto me capacita más para vivir una vida que tenga sentido. Siento que mi vida es ahora más significativa porque soy crucificado por Tu causa, y es valioso morir por Ti. Pero todavía no me siento satisfecho porque sé muy poco de Ti, sé que no puedo cumplir por completo Tus deseos y te he retribuido demasiado poco. En mi vida no he sido capaz de regresarte mi todo; estoy lejos de eso. Al mirar hacia atrás en este momento, me siento tan en deuda contigo, y sólo tengo este momento para compensar todos mis errores y todo el amor que no te he retribuido”.
Extracto de ‘Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio’ en “La Palabra manifestada en carne”
585. El hombre debe buscar vivir una vida que tenga sentido y no debe estar satisfecho con sus circunstancias actuales. Para vivir la imagen de Pedro, debe tener el conocimiento y las experiencias de Pedro. El hombre debe buscar las cosas que son más elevadas y más profundas. Debe buscar un amor más profundo y más puro por Dios, y una vida que tenga valor y sentido. Sólo esto es vida; sólo entonces el hombre será igual a Pedro. Te debes enfocar en ser proactivo hacia tu entrada en el lado positivo, y no debes permitirte de una manera sumisa recaer en aras de la facilidad momentánea mientras ignoras verdades más profundas, más específicas y más prácticas. Tu amor debe ser práctico, y debes encontrar maneras para liberarte de esta vida depravada y despreocupada que no es diferente a la de un animal. Debes vivir una vida que tenga sentido, una vida que tenga valor, y no debes engañarte a ti mismo o tratar tu vida como un juguete con el que juegas. Para cualquiera que aspire a amar a Dios, no hay verdades imposibles de conseguir, y ninguna justicia por la que no puedan permanecer firmes. ¿Cómo debes vivir tu vida? ¿Cómo debes amar a Dios y usar este amor para satisfacer Su deseo? No hay asunto mayor en tu vida. Sobre todo, debes tener este tipo de aspiraciones y perseverancia, y no debes ser como esos peleles y sin agallas. Debes aprender cómo experimentar una vida que tenga sentido y cómo experimentar verdades significativas, y de esa manera no debes tratarte a la ligera. Sin que te des cuenta, tu vida te pasará por alto; después de eso, ¿tendrás otra oportunidad para amar a Dios? ¿Puede el hombre amar a Dios una vez haya muerto? Debes tener las mismas aspiraciones y conciencia que Pedro; tu vida debe tener sentido, y no debes jugar juegos contigo mismo. Como ser humano, y como una persona que busca a Dios, tienes que considerar cuidadosamente cómo tratas tu vida, cómo te ofreces a Dios, cómo debes tener una fe más significativa en Dios y cómo, ya que amas a Dios, lo debes amar de una manera que sea más pura, más hermosa y mejor.
Extracto de ‘Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio’ en “La Palabra manifestada en carne”
586. Si las personas desean amar a Dios, deben probar y contemplar Su hermosura; solo entonces puede despertarse en ellas un corazón que ame a Dios, un corazón que inspire a la gente a entregarse lealmente a Dios. Dios no hace que las personas lo amen por medio de palabras, expresiones o su imaginación ni las obliga a amarlo. Por el contrario, deja que lo amen por propia voluntad y que contemplen Su hermosura en Su obra y Sus declaraciones, tras lo cual nace en ellas el amor por Él. Esta es la única manera de que den verdadero testimonio de Dios. Las personas no aman a Dios porque les hayan incitado a ello ni por un impulso emocional pasajero. Aman a Dios porque han visto Su hermosura, porque han comprobado que tiene muchas cosas dignas de amor, porque han visto Su salvación, Su sabiduría y Sus maravillosos actos; por consiguiente, alaban y anhelan sinceramente a Dios y en ellas se ha despertado tal pasión que no podrían sobrevivir sin recibirlo. Aquellas que verdaderamente dan testimonio de Dios saben dar rotundo testimonio de Él porque este se basa en el conocimiento y anhelo sinceros de Dios. No dan un testimonio así por un impulso emocional, sino en función de su conocimiento de Dios y Su carácter. Puesto que han logrado conocer a Dios, creen que, ciertamente, deben dar testimonio de Él y hacer que todos aquellos que lo anhelan lo conozcan y sean conscientes de Su hermosura y realidad. Al igual que el amor de la gente hacia Dios, su testimonio es espontáneo; es real y tiene una relevancia y un valor reales. No es pasivo ni vacío e irrelevante. Los que sinceramente aman a Dios son los únicos cuya vida tiene un valor y una relevancia máximos, los únicos que sinceramente creen en Dios, porque son capaces de vivir en la luz de Dios y de vivir por Su obra y Su gestión, porque no viven en tinieblas, sino en la luz; no tienen una vida irrelevante, sino una vida bendecida por Dios. Aquellos que aman a Dios son los únicos capaces de dar testimonio de Él, Sus únicos testigos, los únicos bendecidos por Él y capacitados para recibir Sus promesas. Los que aman a Dios son los que están cerca de Él, Su pueblo amado, y pueden gozar de las bendiciones en Su compañía. Estas personas son las únicas que vivirán hasta la eternidad y para siempre bajo el cuidado y la protección de Dios. Dios está para que las personas lo amen y es digno del amor de todas ellas, pero no todas son capaces de amarlo ni de dar testimonio de Él y ostentar el poder con Él. Dado que son capaces de dar testimonio de Dios y de dedicar todos sus esfuerzos a Su obra, aquellos que verdaderamente aman a Dios pueden caminar bajo el cielo sin que nadie se atreva a oponerse a ellos y ejercer el poder en la tierra para gobernar a todo el pueblo de Dios. Estas personas se han congregado procedentes de todo el mundo. Hablan diferentes idiomas y tienen distintos colores de piel, pero su existencia tiene la misma relevancia; todas ellas aman a Dios de corazón, dan el mismo testimonio y tienen la misma determinación y el mismo deseo. Quienes aman a Dios pueden caminar libremente por el mundo y quienes dan testimonio de Dios pueden viajar por el universo. Dios los ama y bendice y vivirán por siempre en Su luz.
Extracto de ‘Quienes aman a Dios vivirán por siempre en Su luz’ en “La Palabra manifestada en carne”
Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso
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