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¿Cómo orar para que Dios nos escuche?

Hermanos y hermanas:

 

¡Paz a vosotros en el Señor! La oración es una manera importante para que nosotros los cristianos establezcamos una relación normal con Dios. Este es especialmente el caso durante la mañana y la noche. Es por eso que aprender cómo orar es sumamente importante. Sin embargo, muchos hermanos y hermanas se sienten perplejos: todos los días oramos tanto por la mañana como por la noche; también oramos antes de comer y después de que terminemos de comer así como cuando tenemos reuniones; además, cada vez que oramos, decimos mucho al Señor y oramos por mucho tiempo. Sin embargo, siempre sentimos como si Dios no estuviera ahí; se siente como si sólo estuviéramos hablando con nosotros mismos cuando oramos y nuestro espíritu no siente paz ni alegría. ¿Por qué Dios no escucha nuestras oraciones? ¿Cómo debemos orar para que podamos recibir la alabanza de Dios?

 

De hecho, hay unas cuantas razones por las que Dios no puede escuchar nuestras oraciones. Compartiré mi entendimiento personal de esto con todos.

 

Primero, ¿oramos a Dios con un corazón sincero?

 

 

El Señor Jesús dijo: “Cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). Las palabras de Dios nos han mostrado cómo debemos orar para adorar a Dios según Sus intenciones. En lo que Dios más se enfoca es si tenemos un corazón sincero cuando estamos ante Él y si le decimos palabras sinceras y verdaderas. Siempre y cuando tengamos un corazón reverente hacia Dios y tengamos un corazón sincero cuando oremos a Dios, Dios encontrará nuestras oraciones aceptables. Sin embargo, cuando oramos a Dios, a menudo somos incapaces de guardar silencio ante Dios y de usar un corazón verdadero para orar a Dios. Nuestros labios se mueven pero nuestro corazón está pensando en la familia o en el trabajo y está lleno de pensamientos ansiosos. A veces nuestros labios se mueven pero nuestros corazones no se mueven. No tenemos una actitud honesta y simplemente estamos haciendo las cosas por inercia y dándole vueltas al pasado, haciéndolo de manera superficial. Incluso frecuentemente decimos algunas palabras solemnes, pretenciosas y vacías, palabras que simplemente suenan bien o algunas palabras diluidas para engañar a Dios. Por ejemplo, amamos a nuestros padres más de lo que amamos al Señor o amamos a nuestra carrera más de lo que amamos al Señor pero cuando oramos decimos: “¡Oh Señor, te amo! ¡Estoy dispuesto a renunciar a todo y gastarme para Ti con todo mi corazón!”. Cuando nuestras familias se encuentran con algunos incidentes tristes, nuestros corazones se vuelven negativos y nos quejamos con el Señor. Sin embargo, cuando oramos, damos gracias al Señor y decimos palabras de alabanza al Señor. […] Básicamente en las oraciones si uno no es sincero y sólo hace las cosas por inercia, usando algunas palabras grandes y vacías, palabras falsas o si uno mismo se disfraza ante Dios y sólo dice algunas palabras que suenan agradables, está engañando a Dios. Dios no escuchará las oraciones que no sean sinceras.

 

Segundo, ¿rogamos a Dios con racionalidad?

Gran parte del tiempo, cuando oramos a Dios, exigimos a ciegas cosas de Dios o tenemos todo tipo de peticiones extravagantes para Dios. Por ejemplo: si no tenemos trabajo, le pedimos a Dios que nos provea trabajo. Si no tenemos un hijo, le pedimos a Dios que nos conceda un hijo. Si estamos enfermos, le pedimos a Dios que sane nuestra enfermedad. Si nuestras familias están experimentando dificultades, le pedimos a Dios que nos ayude. Las personas de negocios oran a Dios y le piden que las bendiga para que puedan hacer mucho dinero. Los estudiantes le piden a Dios que los bendiga con inteligencia y sabiduría. Los ancianos le piden a Dios que los proteja de enfermedades y calamidades para que puedan pasar sus últimos años en paz. En la vida, independientemente de con qué dificultades y pruebas nos encontremos, nunca somos capaces de someternos a los arreglos de Dios. Siempre esperamos que Dios nos salve de nuestros problemas para que ya no suframos. Siempre le pedimos al Señor que nos proteja para que podamos ser felices y estar tranquilos. Este tipo de oración no es una oración de una de las creaciones de Dios a Dios. Más bien implica pedirle cosas a Dios y pedirle que haga las cosas según nuestros propios pensamientos. Cuando las personas creen en Dios, esperan que Dios satisfaga todas sus peticiones y deseos. Básicamente esto es entrar en un acuerdo comercial con Dios y no tiene una pizca de conciencia ni racionalidad. Este tipo de personas no tienen una fe y un amor genuinos por Dios, ni tampoco obedecen ni reverencian genuinamente a Dios. Más bien están usando a Dios para alcanzar sus metas. Esto es precisamente como Dios dijo: “Este pueblo con los labios me honra, pero su corazon esta muy lejos de mi” (Mateo 15:8). Por lo tanto, Dios no escucha las oraciones que las personas hacen con intenciones inapropiadas.

 

Tercero, ¿nuestra iglesia tiene la obra del Espíritu Santo?

Recuerde la etapa inicial de la Era de la Ley cuando el templo contenía la obra del Espíritu Santo. Cuando las personas cometieron pecados, recibieron la disciplina del Espíritu Santo. Si los sacerdotes que estaban sirviendo a Dios infringían la ley, descendía fuego directamente del cielo y los quemaba hasta la muerte. Las personas tenían mucho miedo y tenían corazones que reverenciaban a Dios. Sin embargo, durante el último periodo de la Era de la Ley, cuando Jesús apareció y obró, el pueblo judío no podía cumplir la ley, usó el templo como un lugar para intercambiar dinero y vender ganado. Habían convertido el templo en una cueva de ladrones. Ya no contenía la disciplina del Espíritu Santo. Dado que el Espíritu Santo ya había dejado el templo con el fin de defender la obra de Jesús, aquellas personas que se quedaron en el templo y se negaron a aceptar la salvación de Jesús fueron eliminadas por la obra de Dios, cayendo en oscuridad. Aunque oraron en el nombre de Jehová, Dios no escuchó. Más aún, fueron incapaces de obtener la obra del Espíritu Santo.

 

 

Echemos un vistazo a nuestra iglesia hoy. Los sermones de los pastores y ancianos son aburridos. No hay nueva luz. Los hermanos y hermanas no reciben alimento de vida y sus espíritus se marchitan y se oscurecen cada vez más y son incapaces de sentir la presencia del Espíritu Santo. Incluso comenzarían a codiciar la carne y los placeres de la vida, así como a buscar estatus y poder. Los conflictos estallarían entre los compañeros de trabajo. Sus transgresiones frecuentemente reclamarían la victoria sobre ellos y no se sentirían en deuda con el Señor. No siguen las palabras del Señor ni guardan Sus mandamientos. Han violado totalmente la voluntad de Dios, convirtiéndose en los que resisten a Dios. […] ¿Cuál es la diferencia entre este tipo de iglesia y el templo que existió en el periodo posterior a la Era de la Ley? Esto cumple completamente la profecía en la Biblia: “Y también les he quitado la lluvia cuando faltaban todavía tres meses para la cosecha; e hice llover sobre una ciudad y no sobre otra, llovió sobre una parte y ese pedazo de tierra donde no llovió se marchitó. Entonces dos o tres ciudades fueron a otra ciudad a beber agua;pero no estuvieron satisfechos, aun así no volvisteis a Mí, dijo Jehová” (Amós 4:7-8).* De hecho, Dios ha dejado la iglesia de la Era de la Gracia. Hay muchos hermanos y hermanas que claramente sienten que la iglesia ya no tiene la obra del Espíritu Santo y que Dios ya ha cubierto Su rostro de nosotros. Así que, ¿cómo es posible que nuestros espíritus no se marchiten? ¿Cómo podría Dios escuchar nuestras oraciones?

 

Las tres circunstancias mencionadas antes son las razones principales por las que el Señor no escucha nuestras oraciones. Todo lo que podemos hacer es presentarnos ante el Señor, buscar Sus intenciones y reflexionar sobre estas cuestiones. También debemos buscar cómo orar al Señor para que Él escuche. Esta es una verdad a la que tenemos que entrar urgentemente. Ahora bien, compartiré con todos tres métodos de implementación para que sepáis cómo orar según las intenciones de Dios. Siempre y cuando podamos ponerlos en acción y practicar todos los días con nuestro corazón, creo que el Señor escuchará nuestras oraciones.

 

Primero, debemos orar en espíritu, orar sinceramente y decir cosas verdaderas que provengan de nuestros corazones.

Segundo, debemos estar en el lugar de un ser creado y no tener exigencias para Dios; cebemos orar con un corazón que se someta a Dios.

Tercero, si nuestra iglesia no tiene la obra del Espíritu Santo debemos tener oraciones de búsqueda.

 

 

Primero, debemos orar en espíritu, orar sinceramente y decir cosas verdaderas que provengan de nuestros corazones.

 

 

Todos sabemos que Dios es fiel. Con Dios no hay traición ni hipocresía ni mentira. Dios es sincero con todos y cada uno de nosotros. Dios también espera que oremos sincera y honestamente a Él. Esto es justo como Jesús dijo: “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). Por lo tanto, cuando oremos, debemos hablarle francamente a Dios. Si somos débiles, debemos decir que somos débiles. Cualquier pensamiento, idea, dolor, dificultad o cosa que hayamos hecho que no sea según las intenciones de Dios, debemos sincerar nuestros corazones completamente y contarle a Dios acerca de ellos. Hay algunas palabras y algunos asuntos que nos sentiríamos avergonzados de admitir a otras personas. Sin embargo, no podemos esconder estas cosas de Dios. Debemos sincerar nuestros corazones con Dios y contarle de ellas a Dios honestamente. Cuando Dios ve que nuestros corazones están completamente expuestos ante Él y que no le estamos ocultando nada y, además, que estamos diciendo cosas que vienen directamente de nuestros corazones y que estamos hablando muy honestamente con Él, Dios nos guiará para que entendamos Sus intenciones y entendamos todos los aspectos de la verdad. Esto nos dará una senda para caminar.

 

Además, cuando oremos debemos guardar silencio ante Dios. Debemos orar a Dios con un corazón concentrado. No debemos ser tibios ni tener palabras sin corazón. Cuando hablamos con nuestros padres, somos capaces de respetarlos. Nuestra actitud hacia ellos es sincera. ¿No es porque son nuestros mayores y nos han criado? Dios nos creó, nos concedió la vida, nos proporcionó todo lo que necesitamos para vivir y Él nos ha concedido la verdad. ¿No debería entonces ser aún más importante que oremos a Dios con un corazón reverente? Independientemente de acerca de qué oremos a Dios, debemos tener un corazón devoto y buscar las intenciones de Dios y contarle con honestidad acerca de nuestros propios pensamientos y dificultades y debemos esperar pacientemente el tiempo de Dios. Sólo de esta manera obtendremos el esclarecimiento y la guía de Dios y entenderemos Sus intenciones. Entonces nuestras dificultades se resolverán a tiempo.

 

Segundo, debemos estar en el lugar de un ser creado y no tener exigencias para Dios; cebemos orar con un corazón que se someta a Dios.

 

 

Cuando oremos nos debe quedar claro que somos creaciones y que Dios es nuestro Creador. Dios sostiene todas las cosas y eventos en Sus manos. Nuestro todo está controlado por Él. Lo que sea que encontremos todos y cada uno de los días, sin importar si es un asunto importante o un asunto menor, todo se debe a los arreglos de Dios. Cuando oremos a Dios debemos mantenernos firmes en nuestra posición como creaciones y buscar la voluntad de Dios con una actitud devota y sumisa ante Dios. No debemos tener ninguna exigencia para Dios. Por ejemplo, cuando nos encontramos con dificultades y no sabemos qué hacer, podemos orar así: “¡Dios! No entiendo la verdad con respecto a este asunto. No sé cómo debo hacer las cosas según Tus intenciones. Sin embargo, estoy dispuesto a buscar en Tus palabras y hacer las cosas según Tus peticiones y satisfacer Tus intenciones. Por favor esclaréceme y guíame. ¡Amén!”. Cuando nuestros corazones tengan un lugar para Dios y cuando podamos estar en el lugar de una creación y orar, postrarnos y dar adoración a nuestro Creador y cuando podamos obedecer Su obra y poner Sus palabras en acción, sólo entonces construiremos una relación normal con Dios y obtendremos la obra del Espíritu Santo. Todos sabemos que Job fue un hombre que temía a Dios y evitaba el mal. Cuando perdió todo su ganado, hijos e hijas, se cubrió de llagas de pies a cabeza y estuvo soportando mucho dolor, creyó que Dios era el gobernante de todo y que sin el permiso de Dios estas cosas no le hubieran sucedido. Además, también sabía que todo lo que tenía, incluida su vida, le había sido dada por Dios. Independientemente de cuándo Dios quiera cobrar, es natural y correcto. Por lo tanto, no se quejó con Dios ni tuvo ninguna exigencia para Dios. Como resultado, se inclinó y adoró y con un corazón de sumisión oró a Dios. Dijo estas palabras: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* “¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?” (Job 2:10). Job se mantuvo firme y dio testimonio de Dios. Su razonamiento y su sumisión a Dios obtuvieron la alabanza de Dios. Si también somos capaces de dirigirnos a Dios de la manera en que lo hizo Job, si tenemos un lugar para Dios en nuestros corazones y si podemos orar a Dios con un corazón que se somete a Él, independientemente de con qué pruebas nos encontremos, Dios nos guiará y esclarecerá para que entendamos la verdad. Nuestros espíritus se volverán cada vez más agudos y nuestros pensamientos serán cada vez más claros. Cuando revelemos algo de corrupción o tengamos algunas situaciones malas, será aún más fácil que seamos conscientes de ello y lo resolvamos a tiempo. Entonces nuestra relación con Dios se acercará cada vez más y nuestra vida crecerá cada vez más rápido.

 

Tercero, si nuestra iglesia no tiene la obra del Espíritu Santo debemos tener oraciones de búsqueda.

 

Todos sabemos, en el periodo posterior de la Era de la Ley, que el hombre fue corrompido cada vez más profundamente por Satanás. El hombre vivió dentro del pecado y enfrentó el peligro de ser declarado culpable por la ley y de ser muerto. Entonces Dios, bajo el nombre de Jesús, terminó la Era de la Ley, comenzó la Era de la Gracia e hizo la obra de redimir a la raza humana. A partir de ese momento el judaísmo perdió completamente la gloriosa presencia de Dios. Para todos aquellos que no aceptaron el nombre ni la obra del Señor Jesús, independientemente de las circunstancias con las que se encontraron y de cómo oraron y apelaron a Jehová Dios, Dios no los escucharía y ellos no obtendrían la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, todos aquellos que aceptaron la nueva obra de Jesús y oraron en el nombre de Jesús disfrutarían del alimento de la fuente de agua viva de Dios. Cuando invocaran al Señor, podrían ver las obras de Dios y tendrían el acompañamiento de la obra del Espíritu Santo.

 

Hoy en día, independientemente de cómo oremos en el nombre del Señor, no sentimos la obra del Espíritu Santo y no podemos sentir Su presencia. No podemos obtener alimento para nuestras vidas y cometemos pecados pero no recibimos disciplina. Es muy posible que la obra del Espíritu Santo haya sido desviada una vez más. La Bible dice: “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final” (Juan 12:47-48). “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios […]” (1 Pedro 4:17). De estos versículos podemos ver que en los últimos días Dios regresará una vez más para hacer la etapa de la obra de juicio. El Señor es fiel. Lo que Él dice sucederá, sucederá. En cuanto a nosotros, debemos buscar y orar, pidiéndole a Dios que nos guíe a la fuente de vida para que podamos obtener riego y alimento y seguir los pasos de nuestro Señor. Creo que siempre y cuando tengamos un corazón que tenga sed y busque, obtendremos la guía de Dios. Esto es porque Dios nos ha prometido: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7).

 

Gracias al Señor por Su guía. Espero que el contenido que se compartió hoy con respecto a cómo orar beneficie a todos. La oración es un paso importante para establecer una relación normal con Dios. También es una senda clave por la cual podemos obtener la obra del Espíritu Santo. Cuando entendamos cómo orar para obtener la respuesta del Señor y tengamos una senda práctica que seguir y cuando la practiquemos a menudo, sólo entonces el Señor escuchará nuestras oraciones. Que nuestras oraciones pronto puedan ser según las intenciones de Dios.

 

¡Que toda la gloria sea para Dios!

 

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